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Pedro Gil Ruiz

La entrevista

Ese periodista de monólogo crítico debe ser la voz del ciudadano indignado. Tiene el oficio y un micrófono… si se atreve o si le dejan.

Ese periodista de monólogo crítico debe ser la voz del ciudadano indignado. Tiene el oficio y un micrófono… si se atreve o si le dejan.
Carlos Alsina entrevista a Pedro Sánchez. | Imagen de vídeo

"El hecho de que esté aquí tiene que ver con mi compromiso de renovación democrática… una actitud abierta hacia todos los medios informativos, representen lo que representen y es significativo que mi primera entrevista como presidente del Gobierno la haga contigo, Federico, que intuyo no va a ser una entrevista fácil". Así comenzó su intervención José Luis Rodríguez Zapatero. Era el 11 de mayo de 2004 y había sido investido presidente el 16 de abril.

Federico Jiménez Losantos le dio la replica: "Para mí no [va a ser fácil], desde luego. Primero, porque si aprieto mucho quedo mal, como mal educado. Si aprieto poco, me lo van a reprochar. De manera que al venir ya ha ganado medio partido, lo cual demuestra que [usted] tiene un peligro tremendo".

Dicho lo cual, Zapatero encargó a Miguel Barroso, su secretario de Estado de Comunicación, el negocio televisivo y al sucesor de este, la pedrea: la creación de Público. Pusieron de director a un periodista de postín, un tal Escolar.

El 3 de septiembre de 2018, ganada la moción de censura por incomparecencia del interesado, Pedro Sánchez dio la primera entrevista a un medio de comunicación privado, a la Cadena SER. Pepa Bueno, que estaba haciendo prácticas para directora del "Izvestia" (el órgano oficial del gobierno soviético. Pravda lo era del PCUS) se arrancó incisiva: "Comienza el curso político de verdad, presidente, estamos en Moncloa, después de un periodo de gracia de su llegada al poder y la salida de un gobierno sustentado en un partido condenado por corrupción…". Sánchez asintió y se relajó. Tras esa entrevista, la Cadena SER fue agraciada con un total de 11 sesiones de relax. Todas las concedidas a una emisora de radio. El último masaje lo aplicó Àngels Barceló el pasado 24 de febrero: "Presidente, muchísimas gracias. A ustedes. Un placer."

Después del desastre electoral del 28 de mayo, batacazo que algunos en la derecha parecen dispuestos a mitigar, Sánchez reunió en el Congreso a diputados y senadores. Advirtió de que la tensión política crecerá en las próximas semanas avivada por la ‘derechaextremaderecha’: "Veremos en programas de máxima audiencia a gentes que solo se representan a ellos mismos pontificar e insultar sin derecho a réplica. Desde la posición de dominio que tienen en las grandes empresas, en los grandes medios de comunicación, se va a desatar una campaña aún más feroz de insultos y descalificaciones".

Pero alguien debió advertir que Barceló, después de su espasmo goyesco, estaba más quemada que "Yoli tenacillas" y aconsejaron a Sánchez personarse en la guarida del mal ("presidente, hay que dar el do de pecho") y pidieron cita en una de las emisoras del maligno. En Ferraz están muy satisfechos por la decisión y el resultado.

Mientras el entrevistador se atusa el tupe, encantado de conocerse, Su Sanchidad lo observa con curiosidad. "¿Por qué nos ha mentido tanto?", le pregunta. "Dígame usted en qué?". "Puff" resopla el locutor. "Empiece", desafía Sánchez. El periodista parece buscar algo con la mirada, alza la vista al techo y murmura: "tengo una lista larga". El presidente le anima… Se acabó la entrevista. En Moncloa hacen una muesca. "No tiene media torta", debieron pensar.

Juegan con ventaja, saben que tener sentado en el estudio a un presidente de Gobierno impone respeto. "Al venir ya ha ganado medio partido". Después, hace falta valor para hacer algo más que darle unos pellizcos de monja. Valor y convencimiento y esto no abunda. "Si aprieto mucho malo y si no, peor", le dijo Federico a Zapatero. Sabes que estás en un espectáculo y como tal, ambos, entrevistador y entrevistado, que se deben a su público, han de actuar en consecuencia. Si se tercia confrontar… pues al lío. No valen las preguntas con intención seguidas de respuestas soporíferas. Hay que interrumpir, dar y saber encajar. El tiempo es de los dos. Ese periodista de monólogo crítico debe ser la voz del ciudadano indignado. Tiene el oficio y un micrófono… si se atreve o si le dejan.

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