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Zapatero, el chaquetero; Sánchez, el felón

Desde Fernando VII y Godoy no se había visto una dupla felón-chaquetera semejante a la de Zapatero y Sánchez.

Desde Fernando VII y Godoy no se había visto una dupla felón-chaquetera semejante a la de Zapatero y Sánchez.
El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, junto al secretario general, Pedro Sánchez, durante la inauguración de la Escuela Buen Gobierno Jaime Vera del PSOE. | EFE

Cuando las elecciones les pintan bastos, los socialistas sacan a pasear un dobermán mediático. Como Zapatero le susurró a Gabilondo, cuando creía que no se le escuchaba, "nos conviene que haya tensión". Aunque suavón y melifluo como un perro de peluche, los socialistas han sacado a Zapatero transformado en chihuahua ladrador a defender a Sánchez. Alguien acostumbrado a blanquear dictadores como Maduro y Mohamed VI no tendrá ningún problema en enaltecer al rey del Falcon, al autócrata adicto a los decretos ley y los inconstitucionales estados de alarma. En este caso, y mostrando una vez más que es requisito en el PSOE tener la cara como el cemento armado, Zapatero ha sostenido en una entrevista que "Pedro Sánchez cambió de opinión con los indultos, cambio de opinión, no mintió".

Zapatero, que no solo denominó "hombre de paz" a Otegi sino que reivindicó la historia criminal de su partido ligada al golpista Largo Caballero y el fundador del FRAP Álvarez del Vayo, necesita al PSOE en el poder para poder seguir ejerciendo de "influencer" al servicio de tiranías como las de Venezuela y Marruecos. Dada su querencia por el poder por el poder, una característica de gobernantes felones en la historia de España al estilo de Fernando VII, Zapatero ha reivindicado la mentira y la estafa como modo de acción política. Ante los reiterados incumplimientos de Sánchez de sus promesas, Zapatero se ha transmutado en una especie de Donald Trump cañí para defender que las mentiras más cínicas y abyectas no son sino legítimos cambios de opinión. Define el DLE "chaquetero" como la persona "que cambia de ideas, especialmente políticas, por intereses propios". Chaquetero rima con Zapatero.

Decía Keynes que cambiaba de opinión cada vez que cambiaban los hechos y los nuevos refutaban sus antiguas conjeturas. Pero el caso de Sánchez y Zapatero no tiene nada que ver con el espíritu científico del filósofo y economista liberal de Cambridge, sino con la retórica sofista de aquellos que defienden que la verdad no solo no es útil, sino que no existe, sustituyendo el amor a la verdad crítica por la querencia al poder absoluto. Zapatero no lo sabrá dada su enciclopédica ignorancia, pero no hace sino repetir un diálogo de Alicia a través del espejo cuando un huevo parlante, Humpty Dumpty, le dice a Alicia que la cuestión relevante no es saber quién tiene razón o quién defiende la verdad, sino quién es el que manda. Sánchez, sin tampoco saberlo, era también, como Zapatero, discípulo directo del Huevo inventor de la posverdad, cuando interpelado por la independencia del Fiscal de Estado para defender la Justicia, respondió: "La fiscalía, ¿de quién depende?".

Estamos en manos de ahuevados felones, traidores al Estado de Derecho, la Justicia y la Verdad. Desde Fernando VII y Godoy no se había visto una dupla felón-chaquetera semejante a la de Zapatero y Sánchez. Fernando VII, según Zapatero, no mintió cuando juró aquello de: "Marchemos todos, y yo el primero, por la senda constitucional"; para después fusilar a todo liberal constitucional que se le pusiera por delante, sino que simplemente cambió de opinión. "¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?". Cicerón pronunció esta famosa pregunta, contra un traidor a la República, harto ya de sus mentiras. ¿Hasta cuándo los españoles permitirán que los chaqueteros y felones abusen de su paciencia?

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