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EDITORIAL

PP y Vox en Extremadura: no era tan difícil

Ambos partidos deberían dar ejemplo de responsabilidad y afanarse en cerrar acuerdos estables que disipen el ruido.

PP y Vox han llegado finalmente a un acuerdo para gobernar en Extremadura. Tras semanas de desgaste y encontronazos absurdos, ambas formaciones han suscrito un pacto con un amplio paquete de medidas para combatir el paro, la pobreza, la falta de oportunidades y la despoblación. Se trata de corregir el decadente rumbo impreso a la región por el socialista Guillermo Fernández Vara, incapaz de revertir ninguna de las causas del atraso en relación a otras comunidades, agudizado por el sesgo favorable a los nacionalistas de Moncloa.

En la forja del acuerdo ha sido clave la inclusión de Vox en el Ejecutivo que presidirá la popular María Guardiola. Así, el partido de Abascal dirigirá la consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural, que responde a la división de la consejería de Agricultura en dos consejerías. La primera, a cargo del PP, se encargará de agricultura, ganadería y los fondos de la PAC, mientras que a Vox le corresponden las competencias en materia de caza, pesca, toros, política forestal, desarrollo rural y 112.

Con independencia de las características del reparto y del documento firmado por ambos partidos y cuyo cumplimiento será sometido a exámenes periódicos, el acuerdo pone de relieve la necesidad de la derecha de no dar alas a las maniobras y estrategias de la izquierda con disensos que no se corresponden con la voluntad del electorado conservador que ha generado nuevas mayorías. Es de esperar que tanto Guardiola como el dirigente extremeño de Vox, Ángel Pelayo Gordillo, hayan aprendido que no pueden regalar a la izquierda un relato de pugnas y ambiciones que ha llegado a tener un correlato en las encuestas en contra tanto de Alberto Núñez Feijóo como de Santiago Abascal.

Como bien ha dicho Guardiola, el futuro de Extremadura era más importante que su obsesión en contra de Vox. Pero es que en los acuerdos territoriales entre el PP y Vox no sólo está en juego el destino de esas comunidades, sino también la expectativa de una victoria conservadora en las generales que sirva para desalojar al sanchismo del poder y revertir los daños contra la democracia, contra España y los españoles perpetrados por el Gobierno socialcomunista.

El dramático desencuentro entre PP y Vox en Extremadura no se puede volver a repetir, por lo que es urgente que ambos partidos cierren en forma y fondo adecuados los pactos pendientes en territorios como Murcia y Aragón. Es fundamental para ello no caer en las trampas de la izquierda, que trata de sacar partido electoral del choque de posiciones entre el PP y Vox a cuenta de los asuntos impuestos por la agenda de los partidos de izquierda.

Tras los tiros en el pie de Guardiola y las declaraciones más o menos altisonantes procedentes de Vox, ambos partidos deberían dar ejemplo de responsabilidad y afanarse en cerrar acuerdos estables que disipen el ruido y centren a sus candidatos en el siguiente objetivo, abrir un proceso de regeneración de España con un Gobierno que necesariamente se tendrá que sustentar en un pacto como los que con dificultades absolutamente evitables están cerrando PP y Vox. El patriotismo y las obligaciones adquiridas con los electores deberían evitar más intrigas absurdas.

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