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El retorno del bipartidismo

Si la tendencia se confirma, los dos partidos se acercarán al acostumbrado setenta por ciento

Si la tendencia se confirma, los dos partidos se acercarán al acostumbrado setenta por ciento
Pedro Sánchez y Feijóo en una de sus reuniones. | Flickr/CC/La Moncloa - Gobierno de España

El sistema electoral español estimula el bipartidismo. Es algo querido por el legislador para favorecer la gobernabilidad. Así, en los años de los enfrentamientos entre Aznar y Felipe González, los dos grandes partidos sumaban casi el setenta por ciento de los votos. Y, con el pasar de los años, el porcentaje se fue incrementando hasta llegar a más del 83 en las elecciones de 2008. Es verdad que fueron unos comicios excepcionales porque la derecha se movilizó muchísimo y el PSOE supo atraer el voto de toda la extrema izquierda, incluida la nacionalista. Luego, en 2011, las cosas volvieron a un más normal 73 por ciento. Y, a partir de ahí, las traiciones de Rajoy y los errores del PSOE hicieron que ambos partidos apenas superaran el cincuenta por ciento de los votos en las elecciones de 2015 y 2016 y se hundieran incluso por debajo de eso en las dos que se celebraron en 2019 (45 y 48 por ciento).

Pareció que los votantes, hartos de bobos solemnes y ahítos de patriotas de hoja lata, con desprecio al sistema y a riesgo de malbaratar el voto, decidieron elegir cualquier otra opción que se les figurara más fresca y genuina. Fueron los días de Ciudadanos, pero no sólo, también los de Podemos y luego los de Vox. Sin embargo, esos tres partidos han defraudado las esperanzas que en ellos pusieron quienes les votaron. Podemos se integró en el Gobierno y asumió todos los defectos de la casta. Luego, los multiplicó. Y finalmente lo aderezó todo con ocurrencias de adolescente a costa del erario público. Ciudadanos se lanzó a la yugular del PP nada menos que con la ayuda del PSOE. La reacción de los muchos electores de Ciudadanos que salieron de las alforjas del PP fue concluir que el partido naranja no era de fiar, algo lógico tras el error garrafal de Inés Arrimadas, tan inteligente y admirable por otros motivos. Y Vox, al obligar al PP a retornar a las ideas que traicionó con la firmeza que le ha dado Isabel Díaz Ayuso, ha privado a los votantes populares de algunas de las razones que les empujaron a huir. Por si eso fuera poco, Abascal les ha dado a muchos el empujón que les faltaba para volver al PP priorizando el nacional-catolicismo sobre el conservadurismo liberal.

En consecuencia, la media de las encuestas que hace Kiko Llaneras da a la suma de los dos grandes partidos un 61,6 por ciento de los votos. Y Narciso Michavila le da más del 65. Si la tendencia se confirma, los dos partidos se acercarán al acostumbrado setenta por ciento. El sistema vuelve a imponer su ley y los electores tienden de nuevo a comportarse como el legislador quiere que lo hagan, esto es votando, no al partido que les guste más, sino al que les disguste menos de los dos que tienen más probabilidades de ganar. Sumar se hunde y Vox retrocede lentamente. Vuelve el bipartidismo. Lo que no se sabe es si será para bien. Dependerá de que Feijóo sea lo que parece y de que en el PSOE acierten a poner al frente a alguien que no sea ni un tonto ni un arribista.

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