Menú

No pienses en Txapote

Muñoz Molina, si tuviese un atisbo de esa dignidad de la que presume, votaría a alguien que no tuviese ningún trato con el entorno de Txapote.

Muñoz Molina, si tuviese un atisbo de esa dignidad de la que presume, votaría a alguien que no tuviese ningún trato con el entorno de Txapote.
Antonio Muñoz Molina | Archivo

Vivimos en la era en la que la izquierda sigue viendo las dictaduras en el ojo ajeno, pero no las tiranías en el propio. Una izquierda que denuncia las vilezas del contrario, pero calla como sierva subvencionada las infamias de los aliados. Sobre todo, una izquierda que no quiere que pienses ni un segundo en un tal Txapote.

El novelista Antonio Muñoz Molina, beatus ille, ha escrito una columna titulada La era de la vileza en la que critica el uso del lema "¡Que te vote Txapote!". Le parece siniestro. Sostiene que hemos alcanzado la cima de la vileza debido a Feijóo, Miguel Ángel Rodríguez y José María Aznar. Una vileza asimétricamente repartida. Zapatero le susurró a ese maestro de periodistas e intelectuales de izquierda, Iñaki Gabilondo, que les convenía que hubiera tensión social de cara a unas elecciones. Gabilondo, inconsciente de la grabación, asentía gravemente. ¿No querían chapote? Dos tazas. El chapote, por cierto, es una cera negra que mascan los indios de América para limpiarse los dientes.

Hablando de Gabilondo, Muñoz Molina sitúa como origen de las mentiras, fuente de tanta vileza, los atentados de 2004 cuando el gobierno de Aznar atribuyó el atentado del 11-M en primer lugar a ETA. Pero le flaquea la memoria asimétricamente a Muñoz Molina. La misma tesis primera de Aznar fue también la de Ibarretxe, Zapatero y el mismo Gabilondo, en cuyo programa se informaba de que "ETA planeaba hacer estallar dos bombas, de 25 kilos cada una, en Chamartín, el día de Nochebuena. Además, en plena hora punta". También olvida que la Cadena SER propagó el bulo de que se había encontrado un terrorista suicida. ¿Qué es trumpismo se preguntan los habituales seguidores de Prisa? Trumpismo es su grupo mediático favorito cuando mucho antes de Trump proclamaba a los cuatro vientos:

Las fuentes consultadas por la SER confirman que una persona llevaba tres capas de ropa interior y estaba muy afeitada, una práctica muy habitual entre los comandos suicidas islámicos antes de inmolarse.

Pero estos son datos que podrían estropear el relato maniqueo de Muñoz Molina sobre buenos (él, su esposa y el resto del lobby PSOE-PRISA) y malos (el resto). Lo cierto es que la vileza está muy repartida a derecha e izquierda. Es cierto que el lema "Que te vote Txapote" revela una vileza, sí, pero no de aquellos que lo usan, sino de los que han pactado con los txapotistas en una unión infame de Frente Popular entre los herederos de Largo Caballero y de Sabino Arana, con la ayuda inestimable de los legatarios de los terroristas hermanos Badía y el golpista Companys. Lo que pasa es que para los beatos de la izquierda la asimetría no funciona solo a la hora de reconocer dictaduras y señalar vilezas, sino también a la hora de la memoria democrática, tan dura con hunos, tan blanda con hotros.

Muñoz Molina, tras escupir el chapote que ha mascado, ha tratado de echarle una mano al PSOE de Zapatero y Sánchez ocultando la miseria de los pactos políticos de los socialistas con golpistas y terroristas, indultos y blanqueamiento mediante, demonizando el lema que los pone de manifiesto. Trata el novelista de que nos fijemos en la suciedad de un dedo de la mano derecha para ocultar que está apuntando a una Luna manchada de sangre. Pero le sale el tiro por la culata, porque como enseñó Lakoff es peor que idiota, contraproducente, intentar que no se hable de txapotes mandando no pensar en txapotes.

Una última consideración sobre el lema de marras. Han sido muchos los jóvenes que han preguntado a sus padres quién es ese Txapote del que tanto se habla. Jóvenes nacidos en el siglo XX y que han tenido la suerte de no sufrir los atentados etarras ni presenciar la infamia de la izquierda cuando gritaba: "Vosotros, fascistas, sois los terroristas". Explicar quién era Txapote, y qué hacía entonces Otegi y con quien pactaba Carod Rovira para que no hubiese atentados en Cataluña, lleva necesariamente a contar quién era Miguel Ángel Blanco, un chaval de 19 años que tuvo la osadía de presentarse como concejal del PP en un pueblecito del País Vasco y cómo le pegaron dos tiros en la nuca en el bosque, dejándolo agonizando. Hoy "solo" lo apedrearían como suelen hacer los txapotines cuando alguien sin RH euscaldún o ADN con ocho apellidos catalanes se atreve a pedir el voto en Alsasua y Hospitalet. Lo mismo que hacía, por cierto, Santiago Abascal, defendiendo ambos el orden constitucional de España contra los mismos que tratan hoy de destruirlo mediante la sedición, ese delito que vilmente ha borrado Sánchez del Código Penal a mayor gloria de sus Junqueras, Rufián y Otegi.

Desde mi punto de vista, la mayor vileza reside en pretender silenciar los asesinatos y el golpe de estado de ayer porque no conviene a la estrategia de blanqueamiento del terrorismo y edulcoramiento del golpismo que está llevando a cabo el sanchismo-zapaterismo. Pero todo ello no quita para que Muñoz Molina, si tuviese un atisbo de esa dignidad de la que presume, votase a alguien que no tuviese ningún trato con el entorno de Txapote ni rastro de simpatía hacia Fidel Castro. El problema es que siendo de izquierdas no tendría a ningún partido que votar. Y ese es el signo inequívoco de que siguen entrampados, y llevan así 144 años, en la era de la infamia.

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas