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Votar a cuarenta grados, sadismo sanchista

Es evidente que a Sánchez le importa más condicionar los resultados con una convocatoria en plena canícula que la salud de los españoles.

El candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha prometido que si es investido presidente del Gobierno promoverá una modificación de la Ley Electoral para que no se puedan celebrar elecciones en julio y agosto. Los motivos son muchos y variados, pero destacan que se trata de los meses de las vacaciones y las altas temperaturas. En pleno julio, millones de familias en España pasan unos días de descanso, las más afortunadas fuera de sus residencias habituales. Son días de jornada intensiva, de estar con la familia, de regresar al pueblo, de ir a la playa o a la montaña, de excursiones con los amigos. Más las circunstancias climáticas. Altas temperaturas y olas y golpes de calor.

Sólo a alguien absolutamente desconectado de la realidad, ajeno por completo a la más mínima noción de empatía, desvinculado del día a día de los españoles se le puede ocurrir convocar elecciones generales un 23 de julio, cuando empresas como Correos o las plantillas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado disponen de menos efectivos debido a los turnos de vacaciones. Unas elecciones que se van a celebrar en unos colegios que en su inmensa mayoría carecen de medidas para paliar las temperaturas extremas que son propias de España en estas fechas. Los colegios y los institutos no suelen disponer de aire acondicionado para afrontar los meses en los que los alumnos están de vacaciones. Es más, muchos de ellos carecen de sistemas de calefacción eficaces para afrontar los meses de invierno, en pleno curso escolar.

Las dificultades de Correos para afrontar el operativo del voto por correo responden en parte a una falta de personal agudizada por los turnos vacacionales. Miles de empleados de la empresa pública han renunciado a su descanso para atender a los ciudadanos que pretenden ejercer por anticipado su derecho al voto. El Gobierno que presume de sensibilidad laboral ha sometido a los empleados públicos a un sobreesfuerzo en las condiciones más adversas. Del mismo modo que miles de ciudadanos van a tener que ejercer de presidentes y vocales de mesa en las elecciones en las peores condiciones posibles, con temperaturas en algunos casos extremas, sin medidas de alivio y todo ello por el capricho de Pedro Sánchez, que disgustado por el revolcón en las municipales y autonómicas decidió castigar a todos los electores, incluidos los suyos, con una convocatoria electoral delirante y en una fecha cuyo único sentido es el de favorecer la abstención.

Ese Sánchez que no hace más que hablar del cambio climático, que se llena la boca de emergencia climática, que clama por las soluciones verdes, sostenibles y alternativas, que reprocha a la derecha una suerte de negacionismo, que alienta el estrés emocional de los jóvenes que creen que el mundo se acaba por culpa de los que comen carne o circulan en coche, ese mismo Sánchez es capaz de convocar unas elecciones generales en un día que puede marcar un récord de temperatura. Sin duda alguna, el 23-J será el día más caluroso en el que se han celebrado unas elecciones en España.

Es evidente que a Sánchez le importa más condicionar los resultados con una convocatoria en plena canícula que la salud de los españoles, obligados a llevar a cabo un proceso electoral en unas condiciones medioambientales extremas. En ese contexto, Feijóo promete cambios en la ley electoral para evitar las convocatorias en julio y agosto, como ya ocurre en Andalucía. No debería ser necesario, pero estamos frente a Sánchez, alguien que no dudaría en convocar elecciones un 25 de diciembre o un Domingo de Resurrección si tales fechas le convinieran.

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