Puede que a Alberto Núñez Feijóo le esté sobrando esta semana de campaña y que a Pedro Sánchez le hubiera venido bien otra semana de mandanga electoral. El cara a cara entre ambos dejó una estampa nítida en la que el colmillo de Feijóo contrastaba con el aturdimiento obtuso de Sánchez. Pero han pasado demasiados días. La actualidad ha deglutido, digerido y depuesto ese episodio. Fue el primer asalto y desde entonces los dos aspirantes deambulan por el cuadrilátero peleando contra su sombra frente a un espejo. Por eso parece que Sánchez se ha recuperado un tanto mientras Feijóo amenaza con precipitarse hacia la lona de tanto pisarse los cordones.
El espectáculo está en otras partes. He ahí la bien planchá, doña Yolanda Díaz, que viene de proclamar a los cuatro vientos que en campaña sólo duerme dos horas al día, un caso extraordinario de insomnio, y que mata el rato planchando. Sí, sí, plancha en ristre. Dice que ha prescindido del servicio en el piso del ministerio en el que habita y que para desconectar y relajarse, la vicepresidenta segunda, ministra de Trabajo y líder de la candidatura de Sumar plancha en bucle su ropa y la de todo el mundo. Bien está. Hay gente que colorea mandalas o mira al cielo.
La contemplación de las nubes era el sueño de Zapatero cuando ejercía de presidente del Gobierno. En más de una ocasión aseguró que cuando se retirara de la política se dedicaría a la observación de los estratocúmulos, los nimbostratos y los cumulonimbos. Supervisor de nubes decía que quería ser. Puede que la atenta observación de las masas visibles suspendidas en la atmósfera haya conducido a Zapatero a perorar sin ton ni son sobre la naturaleza finita o infinita del universo.
Mucho más prosaico ha estado el secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), Pepe Álvarez, al aportar a la campaña electoral que los de Vox son en su opinión unos "comemierdas". Ojo, que no es un cualquiera el que tacha a los de Abascal de gourmets de los mojones, sino un acreditado especialista en la degustación de mariscos capaz de distinguir un centollo de una centolla sólo con olerlo. Poca broma.
Así está el patio a cuatro días del 23-J. Hay quien sostiene que se mascan las tablas, que es posible un empate, un combate nulo que nos abocaría a la repetición de las elecciones. Nada nuevo dentro del desastre general.