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La izquierda y los narcos

La izquierda y el separatismo no es que se hayan hecho fotos con Boye, es que han hecho negocios y, además, lo han tenido como un referente.

Durante los últimos días de la campaña electoral, cuando el PSOE y Sumar ya iban con todo a la confrontación guerracivilista –como viene haciendo la izquierda desde hace décadas– cobraron actualidad unas fotos de hace casi tres décadas: las de Alberto Núñez Feijóo con Marcial Dorado en 1995, catorce años antes de que el segundo fuese condenado por narcotráfico.

Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y los medios afines –tan afines que quizá sería mejor llamarlos medios concertados– cargaron contra Feijóo como si el popular mismo hubiese arrastrado los fardos de cocaína por las rías, pero al mismo tiempo callaban o pasaban de puntillas sobre la efusividad de Pedro Sánchez con Delcy Rodríguez, de la que no necesitamos una condena dentro de catorce años para conocer sus vínculos, y los de todo el repugnante régimen que representa, con los mayores cárteles de narcotráfico del mundo.

Pero además, ha querido la fortuna, o quizá debemos decir los plazos envenenados de la Justicia, que sólo unos días después de las elecciones, cuando aún no ha pasado más que una semana de todos aquellos aspavientos con las fotos de Feijóo y Dorado, la Audiencia Nacional lleve a juicio al abogado Gonzalo Boye por blanquear el dinero de sus clientes narcotraficantes.

En principio puede parecer una noticia no muy relevante: que un abogado se vea implicado en los negocios sucios de sus clientes no es la mayor sorpresa que podemos esperar, pero es que Gonzalo Boye no es cualquier abogado, sino que más allá de su labor como letrado es un personaje muy relevante en la izquierda y el separatismo en nuestro país: abogado de Puigdemont, articulista habitual en el periódico que dirige Ignacio Escolar y, en su momento, incluso miembro del Consejo de Administración de la empresa que edita este periódico digital.

Es cierto que Boye, que ha tenido durante años las televisiones abiertas y que fue uno de los responsables de la revista de ultraizquierda Mongolia, no ha sido condenado aún por estos presuntos delitos relacionados con el narcotráfico, pero sí lo fue, como es público y notorio, nada más y nada menos que por colaborar con ETA en un secuestro.

Y con ese bagaje y mientras da a Feijóo lecciones de moral día sí y día también, la izquierda y el separatismo no es que se hayan hecho fotos con Boye, es que han hecho negocios y, además, lo han tenido como un referente, un personaje ejemplar, articulista de éxito e influyente editor.

Esta es la catadura moral de unos políticos y unos medios absolutamente intransigentes con las faltas de los demás, por pequeñas que sean, pero capaces de perdonar cualquier crimen abyecto… siempre que el criminal comparta su ideario de extrema izquierda.

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