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Carmelo Jordá

Por qué el último escándalo de Tezanos es el peor de todos

Sánchez se ha servido una vez más del CIS para su exclusivo interés político y eso sería motivo de dimisión en cualquier democracia europea.

Sánchez se ha servido una vez más del CIS para su exclusivo interés político y eso sería motivo de dimisión en cualquier democracia europea.
José Félix Tezanos, en una imagen de archivo. | EFE

La ley electoral prohíbe publicar encuestas durante la semana previa a unas elecciones. Es una ley estúpida, decimonónica y que habría que derogar ya, pero por lo pronto sigue vigente y, por tanto, cuando la exdiputada Ana Oramas desveló públicamente que la habían llamado para una encuesta del CIS la sorpresa fue generalizada.

Sin embargo, lo cierto es que la LOREG no prohíbe hacer encuestas esta última semana: algunas empresas las hacen para partidos políticos o para los sondeos que se publican el domingo con el cierre de las urnas. Ninguno de los dos es el caso del CIS, que no había hecho nunca ningún estudio como el que publicó para escándalo de propios y extraños este jueves por una razón obvia: se trata de una información que no tiene ningún sentido que no sea su uso inmediato para pulir los últimos detalles estratégicos de la campaña electoral.

Esto también es legítimo… siempre que no se haga con el dinero de todos, que es lo que a todas luces parece haber ocurrido en este caso. Con dinero público y, además, tirando con pólvora del Rey: el tamaño de la muestra del sondeo de Tezanos era tan descomunal que permitía detectar con toda fiabilidad los cambios de tendencia, que es lo realmente importante en casi cualquier encuesta y más todavía en esta fase culminante de la campaña. Por otro lado, el cuestionario era completamente electoral, no para detectar otras sutiles variables ideológicas.

Y ese cambio de tendencia es exactamente lo que desvela el CIS a partir del 15 de julio, tal y como señala el interesante artículo de Luis Fernando López en El Mundo, unos datos que todos creemos que ya tenía el PSOE y sobre los que, al coincidir además con los trackings que manejaban los socialistas, se podía tener una seguridad absoluta.

De hecho, en la última semana varias decisiones de Pedro Sánchez y su equipo llamaron mucho la atención: el socialista dio dos mítines inesperados en Huesca y San Sebastián, el primero de ellos abandonando la cena de gala de los líderes de la UE y Latinoamérica en la Cumbre UE-CELAC.

¿Manejaba el PSOE mejor información que sus rivales? Lo cierto es que ya durante esos últimos días de la campaña –pero antes de que estallase la cuestión– algunos analistas electorales me comentaban lo bien segmentada por provincias que estaba siendo la campaña socialista, algo que podía tener –y se diría que tuvo a tenor del resultado final– bastante importancia dado el estrecho margen por el que se dilucidaban muchos escaños en muchas circunscripciones.

El PP llegó tarde

Tras el escándalo que causó la denuncia de Oramas el PP puso el grito en el cielo y pidió los datos de la encuesta de Tezanos, pero la ley recoge que el CIS tiene 48 horas para entregarlos a los partidos que los pidan, así que aún en el caso de que se los hubiesen dado, a los populares no les habrían servido de nada.

Este es, precisamente, uno de los aspectos más llamativos y casi más indignantes de la cuestión. La trampa está tan bien hecha que incluso aunque se demuestre que Tezanos le entregó los datos al PSOE envueltos en un lazo rojo no habría incumplido la Ley Electoral: el artículo 69 de la LOREG prevé que los organismos públicos entreguen a los partidos los datos de los sondeos realizados en esa última semana previa a la votación, si estos los solicitan. Ahí está el truco, obviamente: para solicitarlos tienes que saber que la encuesta está en marcha.

Pero la aparente legalidad de la jugada –habría que ver si no estamos ante un supuesto de malversación– no la legitima políticamente: Pedro Sánchez se habría servido una vez más de una institución pública pagada por todos los españoles para su exclusivo interés político y eso sería motivo de dimisión en cualquier democracia europea, amén de causa más que justificada de cese del presidente del CIS.

Y en esta ocasión, además, con un agravante que conviene no olvidar: aunque todos estemos de acuerdo en que la manipulación ya habitual del Tezanos es bastante impresentable, resulta discutible qué impacto tiene en la opinión pública. Ahora, en cambio, la cosa no era contribuir a la manipulación genérica que el PSOE ya hace a través de otros muchos medios, sino dar una ventaja electoral clara y tangible al partido en el que sigue militando el presidente del CIS.

En suma, sólo cabe decir que tras cuatro años y medio de trampas y mentiras Tezanos y Sánchez se han superado y esto es un cambio cualitativo. Sólo nos quedan dos dudas: hasta dónde puede llegar la degeneración del CIS y otras instituciones si Sánchez aguanta cuatro años más en Moncloa; y qué habría dicho la silente prensa de izquierdas si esto hubiese ocurrido con Feijóo en la Moncloa y algún conocido sociólogo más bien de derechas presidiendo el CIS.

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