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Pedro Gil Ruiz

Echenique recupera clases de leninismo este verano

La tropa de Podemos se apresta a un nuevo gran combate. ¿Qué daños colaterales provocarán? Eso solo Puigdemont lo sabe.

La tropa de Podemos se apresta a un nuevo gran combate. ¿Qué daños colaterales provocarán? Eso solo Puigdemont lo sabe.
Ione Belarra, Pablo Echenique y Pablo Iglesias en una imagen de archivo | Europa Press

El iPhone 13Pro ‘rojo PSOE’ vibró sobre la mesita que separaba las dos tumbonas alineadas frente a una de las piscinas de la Suite Real del Hotel Mirage, en Tánger. Un tono particular, que llevaba tiempo sin escucharse, alertó de la entrada de un guasap. Lo leyó.

Querido Pedro, he esperado a que estuvieras relajado… Prefiero que conozcas por mí, sin intermediarios, la decisión que acaba de tomar el Secretariado del Consejo Ciudadano Estatal, en relación a la negociaciones que esperamos mantener contigo próximamente. Negociaciones que afectan a la composición de un deseable nuevo Gobierno de coalición. Sabes que no habrá un único interlocutor. Yolanda encabeza una facción y no hablará en nuestro nombre.

Estoy convencido de que compartes lo injusto que sería dejar sin respuesta la intolerable campaña que ha sufrido Irene. Ha sido humillada, vetada y maltratada. El Secretariado ha acordado que ella y Ángela continúen al frente del Ministerio de Igualdad. Es una decisión de valentía personal y política que te honraría y estoy seguro de que así será.

Recibe un abrazo fraternal. Pablo.

La mandíbula del presidente en funciones se tensó un par de veces y, acto seguido, marcó el número de Bolaños: "Félix, lo que te pida Puigdemont dile que sí. Asegura sus siete votos. A este Pablito me lo voy a f…".

Pura ficción.

Hace unos días, Jordi Sevilla —el exministro que hace méritos para lo que sea menester— publicaba un tuit alertando: "Ojo con Podemos. Sus 5 diputados pueden no votar a Sánchez sin negociar sillones propios. Ya van enseñando la patita. Rompiendo con Sumar. Ojo". Como los poderes ocultos están a la que salta, no han tardado en organizar una campaña en torno a esa posibilidad. Pero pierdan ustedes toda esperanza. El señor Jordi Sevilla se hace el interesante. La batalla de Podemos no es con Sánchez, es con ‘Yolanda Iscariote’.

Al día siguiente de las Elecciones Generales, Pablo Iglesias publicaba un análisis de los resultados: Diez tesis sobre el 23J —un poco como las Tesis de abril que Lenin escribió en 1917, pero en plan casero—. En la segunda afirmaba lo siguiente: "Es difícil pero posible un gobierno encabezado por el PSOE. Para hacerlo real hace falta el sí de todos los partidos de la coalición Sumar (lo podemos dar por descontado incluso si el PSOE propone un gobierno de partido único)". ¿Un gobierno de partido único?

Iglesias enviaba dos mensajes a Sánchez. El primero: usted cuenta con los votos de Podemos para la investidura. El segundo —y más importante—: usted puede dejar a Yolanda fuera del Gobierno. Remataba la faena al precisar su escaso peso parlamentario: "Los 10 diputados nombrados por Yolanda Díaz, así como los cinco de Podemos, cinco de Comunes, cinco de IU, dos de Más Madrid, dos de Compromís y uno de la Chunta aragonesista son muy importantes, pero quizá algo más de autocrítica y menos autocomplacencia serían convenientes".

Ante Yolanda responden 10 diputados. ¿Es suficiente para una vicepresidencia?

En el mundo delirante de la izquierda comunista a Podemos le ha salido bien la jugada. Aguantó todas las provocaciones para que rompiese la coalición electoral. Ahora sus diputados son decisivos y es un partido con un importante número de militantes e implantación, quizá el mayor de los que forman el galimatías de Sumar.

Los dirigentes podemitas están haciendo pedagogía entre sus bases. Parece que quieren enterrar un fetiche que se remonta al VII Congreso de la Internacional Comunista [IC], celebrado en 1935. Pablo Echenique, al que ya no veremos insultando a troche y moche desde los micrófonos del Congreso, publicaba el pasado 31 de julio un texto mitad reflexión de parvulito, mitad desahogo: "Y es por estos dos hechos relevantes y profundos —por la existencia de dos almas en la izquierda y por el trato diferenciado que reciben cada una de ellas por parte del poder mediático (y económico, y político)— por lo que la ‘unidad’ ha devenido en un dispositivo que sirve para matar a Podemos reduciendo su autonomía política… Nuestro principal error ha sido el de no impugnar la idea de la ‘unidad’ estratégica con actores [se refiere a Yolanda Díaz] que tienen una praxis política mucho más cercana a la de la socialdemocracia del PSOE que a la nuestra… Si eso es la ‘unidad de la izquierda’, entonces habrá que hacer otra cosa", concluía turbado.

Pablo Echenique no es un leninista. De serlo conocería las dificultades que tuvo Georgi Dimitrov (secretario general de la IC) para justificar en su Informe al VII Congreso de la III Internacional [Moscú, 2 agosto de 1935] el viraje hacia la unidad de la izquierda, los ‘frentes populares’: "Hay sabihondos, a quienes todo esto se les antoja un retroceso de nuestras posiciones de principio, un viraje de la línea del bolchevismo hacia la derecha. ¡Bueno! La gallina hambrienta, decimos en Bulgaria, sueña siempre con mijo. A nosotros, esto nos interesa poco. Lo importante para nosotros es que nuestros propios partidos y las extensas masas de todo el mundo comprendan acertadamente por qué luchamos".

A esa fecha se remonta el fetiche de la ‘unidad’. Para los partidos comunistas, el resto de formaciones de izquierda, incluidos los anarquistas, eran traidores de clase y enemigos a batir. La cercanía de una nueva guerra mundial hizo que Stalin cambiara de táctica y se inventaron los frentes populares, en los que también tenían cabida partidos burgueses. "Táctica comunista que comprendemos perfectamente y que en algunos de sus aspectos, como el frente único proletario y el partido obrero único, secundaremos con entusiasmo", escribía en agosto de 1935 el socialista Luis Araquistáin, director de Leviatán, la revista teórica del PSOE.

Noventa años después de su formulación no será tarea fácil extirparla del imaginario de la izquierda, pero Echenique no se arredra ante la dificultad y además, para eso está Pablo Iglesias, que es posible que le haya reconvenido paternalmente: "Echenique, no hace falta que escribas artículos tan largos y con razonamientos tan simples; tienes que leer la carta que Lenin envió a Máximo Gorki y después busca el artículo Marxismo y revisionismo. Para septiembre me haces un resumen de Materialismo y empiriocriticismo".

Máximo Gorki invitó a Lenin —en abril de 1908— a la isla de Capri para que hiciese las paces con la corriente bolchevique encabezada por Alexander Bogdánov, un peligroso revisionista a ojos de Lenin. Este salió del encuentro tan enconado que le escribió a su amigo Máximo: "Usted tiene que comprender, y lo comprenderá por cierto, que cuando un hombre del Partido ha llegado a convencerse de que determinada prédica es sumamente falsa y nociva, tiene la obligación de atacarla". A continuación, informa a un Gorki apenado por el enfrentamiento que le declara la guerra a Bogdánov. Lenin escribe el artículo Marxismo y revisionismo: "La lucha ideológica, librada a fines del siglo XIX por el marxismo revolucionario contra el revisionismo no es más que el preludio de los grandes combates revolucionarios del proletariado", afirma rotundo Vladimir.

La tropa de Podemos se apresta a un nuevo gran combate. Primero, le tienen que enmendar la plana a Dimitrov con eso de la unidad de la izquierda. Después, le van a hacer luz de gas a Yolanda Díaz. ¿Qué daños colaterales provocarán? ¿Volveremos a ver a Irene de ministra? ¿Seguirá Pam? Eso solo Puigdemont lo sabe. Si de él depende, pongámonos en lo peor.

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