Los cuatro independentistas detenidos por intentar boicotear la Vuelta a España a su paso por carreteras de Cataluña han sido puestos en libertad y aclamados como héroes por sus familiares, amigos y correligionarios. Tanto ERC como Junts per Catalunya (JxCat) pusieron el grito en el cielo por unos arrestos que calificaron de impropios de un Estado democrático. Los cuatro sujetos pretendían arrojar aceite de motor sobre el asfalto, lo que podría haber tenido consecuencias trágicas. Igual que este domingo, cuando unos vándalos arrojaron objetos punzantes a la vía y provocaron muchos pinchazos entre los ciclistas. Todo ello a consecuencia de los llamamientos de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium y los Comités de Defensa de la República (CDR) para perturbar la máxima competición ciclista en España.
No es en absoluto descartable que se pida la amnistía para los cuatro individuos detenidos antes de provocar una catástrofe en la Vuelta. De hecho, la elaboración de la ley de amnistía no sólo abarca el perdón de los delitos cometidos por los más connotados dirigentes golpistas si no también los perpetrados por los que agredieron a policías, tomaron al asalto el aeropuerto de Barcelona o sembraron el caos en las "cívicas, pacíficas y festivas" manifestaciones separatistas de los últimos años. A fin de cuentas, los del aceite de motor pretendían destruir la carrera ciclista por la causa, a mayor gloria de la independencia. Igual que Laura Borràs cuando adjudicaba contratos fraccionados a un amigo. O que los Pujol, que se pasaron años cobrando mordidas por "Catalunya".
La reacción de Marta Rovira, Oriol Junqueras, Jordi Turull o la antedicha Laura Borràs a las detenciones de quienes pretendían sabotear la Vuelta expresa de manera cruda el sesgo de los partidos a los que representan, su carácter profundamente antidemocrático y delictivo. Salir en defensa de unos tipos que pretendían cargarse la Vuelta y que podrían haber provocado una catástrofe de no ser detenidos revela una bajeza moral difícil de igualar. Arrojar aceite al asfalto de una competición ciclista es una barbaridad que nada tiene que ver con el derecho a la protesta que invocan los políticos independentistas, sino que es un delito grave puro y duro. Esos separatistas fueron detenidos por la Policía Nacional. Si los autores de la brillante operación policial hubieran sido los Mossos, a lo mejor esos políticos se habrían callado o hubieran aplaudido hasta con las orejas. Pero lo ocurrido con las reacciones de los mencionados políticos, algunos de ellos en los equipos negociadores de la investidura, es una indecencia absoluta.
Y con esos está dispuesto a pactar el PSOE una ley de amnistía. El PP, por su parte, también pretende hablar con ellos, pero según el portavoz Borja Sémper sólo de economía, sanidad y demás, nada que ver con la independencia y la impunidad. Muy bien. ¿Y del incumplimiento de las sentencias lingüísticas, no? ¿Y de la discriminación formativa, laboral y social de los castellanohablantes tampoco? ¿Y de los gastos en "embajadas" para hablar mal de España? ¿Y de los medios públicos al servicio del separatismo?
Los ciudadanos no independentistas de Cataluña han sido abandonados a su suerte por el Gobierno y ahora es el PP quien pretende incluir a ERC y Junts en la ronda de contactos sobre la investidura de Feijóo. La inmoralidad, la indecencia, el supremacismo, el aplastamiento de los derechos de quienes no comulgan con la independencia, el apartheid lingüístico practicado en las escuelas, la manipulación informativa y la propaganda contra la igualdad no podían tener más premio. Tal vez quienes ya hablan con los separatistas y quienes quieren hablar con ellos no saben que en Cataluña los padres que piden un poco de español para sus hijos son tachados de inadaptados mientras que quienes quieren atentar contra la Vuelta son considerados "activistas". O prefieren ignorarlo.

