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Cristina Losada

Los políglotas del Congreso

¿Qué ocurre cuando partidos no nacionalistas se apropian de las actitudes y de la política de los nacionalistas?

¿Qué ocurre cuando partidos no nacionalistas se apropian de las actitudes y de la política de los nacionalistas?
Borja Sémper | Europa Press

Se ha criticado a Borja Sémper por querer mostrar, con unas frases en vascuence, lo mucho que aprecia su partido las lenguas autonómicas justo en la sesión del Congreso que autorizaba allí por primera vez el uso de algunas de ellas, en contra de la postura del Partido Popular. El día que había que poner el acento en la lengua común de los españoles, el diputado quiso hacer gala de otro acento, aunque lo cierto, si a la fonética vamos, es que su vascuence adolecía de acento español. Pero es que no todo el mundo tiene el don de lenguas, y Sémper no fue el único en la sesión que así lo demostró. Ni el gallego del socialista Gómez Besteiro estuvo exento de errores ni el catalán de Rufián tuvo nivel. Claro que en el uso ritual de las lenguas autonómicas no se exige calidad. Basta el gesto. En público, naturalmente. En los pasillos y en la cafetería del Congreso hasta los más antiespañoles siguieron hablando, que es lo práctico, en español.

Lo de Sémper no fue de Sémper, porque tenía el visto bueno de la dirección de su partido para compensar, en esta ocasión simbólica, la defensa de la lengua común con la de las lenguas vernáculas. No vaya a decirse que el PP minusvalora esa riqueza de la que ahora tanta gente se hace lenguas, aunque hasta ayer nadie que no fuera separatista clamaba por exhibir el tesoro en el Congreso. Habrá que estudiar, algún día, cómo consigue el Partido Socialista que sus cesiones al separatismo se transformen, de modo retroactivo, en demandas sociales que, curiosamente, no expresaba nadie. Pero dejo ese enigma y vuelvo a Sémper, porque lo relevante no fue que dijera algo en vascuence, sino la justificación, la idea, la motivación para hacerlo, que fue una típica y clásica: "mostrar que las lenguas (vernáculas) no son patrimonio de los nacionalistas".

El PP lleva décadas disputando a los nacionalistas el monopolio de la defensa de las lenguas cooficiales en las autonomías y con el fin de que no las patrimonialicen ellos, ha hecho prácticamente lo mismo que ellos en materia lingüística. Nadie podrá discutir el celo de los PPs autonómicos en este asunto, aunque caben matices según las regiones. Es verdad que nunca llegan tan lejos como los nacionalistas y los socialistas, pero se quedan al borde. Y hay que recordar, yo siempre lo recuerdo, que en aquella confusión y entusiasmo iniciales del hecho autonómico, en Galicia, con Alianza Popular en la presidencia, se decretó el deber de conocer el gallego, exceso que tuvo que corregir el TC a instancias del Gobierno de González. Fue Alianza Popular, nada menos, la que se adelantó a la que sería la hoja de ruta del nacionalismo en este ámbito, y es la que se puede poner esa medalla.

La cuestión política general es adónde lleva ese deseo de evitar que los nacionalistas tengan el monopolio de algo. Porque ya la idea de que hay que arrebatarles a los nacionalistas el monopolio de algo, significa que ese algo es muy bueno. Es tan bueno, según esto, que no se puede rebatir, contrarrestar ni combatir. Es tan bueno, que lo mejor es apropiárselo. En reducción al absurdo: hay que ser como los nacionalistas para que los nacionalistas no tengan el monopolio de la defensa de las lenguas, de las señas de identidad, del sentimiento de pertenencia o del sentimiento de agravio. ¿Y qué ocurre cuando partidos no nacionalistas se apropian de las actitudes y de la política de los nacionalistas? Dirán algunos, el PP entre ellos, que eso está muy bien porque así no ganan los nacionalistas. Pero es que así ya han ganado.

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