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EDITORIAL

La gran oportunidad de Alberto Núñez Feijóo

El candidato popular ha de hacer valer la fuerza de sus convicciones en defensa de los derechos y libertades de todos los españoles.

La sesión de investidura que hoy da comienzo no puede ser motivo de abatimiento para los más de 11 millones de españoles que votaron en las últimas elecciones para sacar a Sánchez del Gobierno de España. La aritmética parlamentaria no es propicia y la ambición de Sánchez desmedida, lo que, previsiblemente, dará al traste con el intento de investidura de Núñez Feijóo. Pero, incluso en estas circunstancias aciagas, en el inicio de un proceso que nace frustrado, el candidato popular ha de hacer valer la fuerza de sus convicciones en defensa de los derechos y libertades de todos los españoles; también de los que no le han votado.

Núñez Feijóo estará hoy en el principal foco de atención de la ciudadanía, a lo largo de una de las sesiones de investidura más determinantes de nuestra historia democrática. Su discurso inicial debe abandonar el lenguaje meramente parlamentario y convertirse en un mensaje a la Nación española, necesitada más que nunca de identificarse con un partido y un líder que den adecuada respuesta a las amenazas que se ciernen sobre nuestro futuro inmediato. A estas alturas del proceso y con los planes de Sánchez y los separatistas a punto de adquirir carta de naturaleza, Feijóo no puede trampear con el lenguaje para suplicar desde la tribuna el apoyo del nacionalismo sedicentemente moderado, algo que, por supuesto, no se va a producir. De él se esperan unas intervenciones que trasciendan las paredes esclerotizadas del Hemiciclo y pongan de manifiesto el envite al que se enfrenta nuestro país, denunciando los abusos constitucionales que ya han comenzado a producirse e identificando con toda claridad a sus principales responsables.

El propio candidato popular parece ser consciente de su responsabilidad cuando aseguró en el mitin del pasado domingo en Madrid su decisión firme de defender la igualdad de los españoles, aunque eso le cueste la presidencia del Gobierno. Porque eso es precisamente lo que se va a ventilar a partir de hoy en la sede de la soberanía nacional, si el parlamento tiene fuerza suficiente para defender el interés general y el orden constitucional o se convierte finalmente en un zoco viciado que consagra los privilegios de una clase política antiespañola, como pretenden Sánchez y sus socios habituales.

Esta sesión de investidura nos dará también la medida de la sinceridad de los barones socialistas, que repudian públicamente los mangoneos de Sánchez con los separatistas pero le garantizan el apoyo de sus diputados. A ellos les toca también reflexionar.

El resultado electoral fue insuficiente para garantizar un cambio de Gobierno, pero nada hay escrito en política y mucho menos cuando las grandes decisiones dependen de un número reducido de votos; cuatro, en este caso. Hay que esperar.

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