
En Igualdad tienen un problema: no pueden culpar a un gobierno del PP del repunte de asesinatos de mujeres este mes de septiembre. Pueden echarle la culpa a la derecha, como de forma más o menos velada acaba de hacer Rodríguez "Pam", pero hay que reconocer que lo otro era mucho más cómodo. Y se hacía, claro que se hacía. Cuando hará una década hubo un repunte, las feministas de izquierdas con voz en los medios lo achacaron al tijeretazo en el presupuesto que había dado, decían, el Gobierno Rajoy. Que la estadística mostrara mayor número de mujeres asesinadas con "ista, ista, Zapatero feminista" en La Moncloa (76 asesinadas en 2008, por ejemplo), no venía al caso ni venía a cuento. Porque esto nunca ha ido de eficacia, de cómo conseguirla y por qué no se consigue. Por eso ahora da exactamente igual que el presupuesto para la violencia de género haya sido más alto que nunca.
Da igual porque se ha demostrado que la eficacia de sus campañas no depende del dinero que, en teoría, destinan a ese fin. Y les da igual porque el asunto no entra en sus intentos explicativos. Seguro que quieren más presupuesto, pero el hecho es que con más presupuesto los resultados son iguales o peores que con menos. Si tuvieran, que no tienen, capacidad y voluntad de evaluar su política en función de los resultados, tendrían que decir que su política falla. No lo han dicho ni lo dirán. No van a aceptar que los malos resultados cuestionen sus dogmas y pongan de manifiesto su ineptitud. Lo mismo que con la ley del sólo sí es sí.
Lo fácil era tener un buen culpable, como un Gobierno, pero como están en el Gobierno, aunque a veces no lo parezca, lo siguiente más fácil es encontrar un culpable intangible, del que no se pueda demostrar ni que es culpable ni que no lo sea. El elegido es "el negacionismo", un discurso, dicen. En realidad, una disputa política sobre cómo llamar a ese tipo de violencia y sobre su especificidad. Pero, disputas ideológicas al margen, el hecho es que en los países de la Unión Europea existen distintas formas de llamarla. No hay una terminología común, muchos no tienen leyes específicas para la violencia contra las mujeres, que es el término que emplea el Convenio de Estambul, y no todos distinguen entre la violencia de género y la violencia doméstica. Y no se tacha de negacionista a Macron, pongamos, por hablar de "violences domestiques".
La voluntad que sí tienen las okupantes del ministerio es la voluntad de alarmar. Es la voluntad de presentar a España como un país anómalo en la violencia de género, donde hay muchos más asesinatos que en otros del entorno. Esto es radicalmente falso. España está entre los países de la UE-28 con tasas de prevalencia más bajas en asesinatos y en otras formas de violencia contra las mujeres. Son algunos países nórdicos los que se llevan la palma. Es la "paradoja nórdica": tienen altos índices de igualdad entre hombres y mujeres, y tasas altas de violencia de género. Pero no vayamos con datos, que no estarán completos, pero son indicativos, ni pidamos rendición de cuentas. En las cabecillas de Igualdad no hay otro propósito que el de pintar a España como el país más peligroso del mundo para las mujeres. Y como están en el Gobierno, aunque no lo parezca, tienen que decir que en ese horror no tienen ninguna parte de culpa. Que los devotos que les queden estén tranquilos: es por el negacionismo.
