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Cristina Losada

Vaya birria de negociación

Con la amnistía injusta, inmoral e inconstitucional ya concedida de facto, los dos partidos separatistas suben lógicamente la apuesta.

Con la amnistía injusta, inmoral e inconstitucional ya concedida de facto, los dos partidos separatistas suben lógicamente la apuesta.
Pedro Sánchez. | EFE

Entre la noche de euforia en un PSOE que había temido lo peor, que fue la del 23 de julio, y la mañana del 17 de agosto, cuando se anunció un acuerdo que le daba la Mesa del Congreso, los socialistas cometieron un error garrafal. Tanto si entonces les dieron el sí a la amnistía a los separatistas, como soltó Junqueras y es bien probable, como si se quedaron en el umbral y predispuestos, lo que hicieron fue un error de libro del que ahora tienen motivos para arrepentirse. Porque la concesión de la amnistía pasó enseguida a darse por descontada, y esto sólo podía reducir el valor del regalo y excitar más el ansia por arrancarles otros.

Si los socialistas, pese a todo lo dicho por ellos antes, ya no tenían reparo en comprar los votos de la investidura con una amnistía a los golpistas, por lo menos tenían que haberla vendido cara y no barata, barata. Se la debían haber reservado en lugar de venderla por cuatro perras a la primera de cambio. Se me dirá que la Mesa del Congreso no son cuatro perras ni dos reales, que sin el control de la Mesa y sin Armengol poniendo los plazos, la investidura se les iba a hacer más cuesta arriba. Y es verdad. Pero al entregar la amnistía de buenas a primeras, se han buscado una ruina peor que la de perder el mando absoluto y absolutista de la Mesa.

Cómo extrañarse de que el separatismo pusiera de inmediato el referéndum como condición sine qua non. Cierto que lo ponen en cualquier circunstancia, pero si los socialistas no les hubieran entregado una de las joyas de la corona nada más empezar, podían sujetarlos. Tal como lo han hecho, en cambio, no hay sujeción posible. Con la amnistía injusta, inmoral e inconstitucional ya concedida de facto, los dos partidos separatistas suben lógicamente la apuesta y compiten a ver quién le saca más a un PSOE débil, necesitado y torpe. Y los piques entre ERC y Junts se sabe cómo empiezan y se sabe cómo acaban. Véase octubre de 2017. Véase el instante en que Puigdemont está a punto de convocar elecciones para evitar el 155, y retrocede porque los de Esquerra le llaman traidor. Es el tipo de carrera que no se detiene ni ante el precipicio.

Mientras tanto, en un universo paralelo, la amnistía no existe, la palabra se ha purgado del lenguaje y el candidato Sánchez asegura que fijará posición sobre lo suprimido cuando tenga posición sobre ello. Hasta la ficción separatista tiene hoy más contacto con la realidad que el mundo espectral de los socialistas. Pero vaya birria de negociación.

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