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El mayor error de Israel, las opciones y los peligros

El ataque es una provocación para llevar a Israel a una venganza que devuelva a Hamás su necesario papel de víctima.

El ataque es una provocación para llevar a Israel a una venganza que devuelva a Hamás su necesario papel de víctima.
Yemeníes queman banderas israelíes y estadounidenses en una manifestación apoyando a los terroristas de Hamás. | EFE

Gaza es un territorio de apenas cuarenta y tres kilómetros de largo por una media de siete kilómetros de ancho. Las fronteras están controladas por Israel por tierra, mar y aire y dispone de un doble vallado controlado por dirigibles, cámaras, sensores. Es la tercera zona urbana con mayor densidad del mundo con dos millones de habitantes sometidos a la dictadura de Hamás. No existe otro punto de mayor peligro y amenaza para Israel y en él, el Mosad siempre ha tenido desplegados a un amplio número de infiltrados. He tenido ocasión de visitar la frontera y la ciudad de Sderot, con 24.000 habitantes –a apenas un kilómetro de la frontera–, y otras localidades de alrededor, y visualizar desde los altos cercanos la zona de Gaza. Globos monitorizan todo lo que ocurre en el interior, drones vigilan desde el espacio aéreo controlado por Israel, hay una vallado con cámaras y sensores de túneles; decenas de patrullas vigilan todos los movimientos, y enseguida el mar. Una ratonera a la que le han hecho muchos agujeros sin que nadie se percatara.

A la vista de todo esto, ¿cómo es posible que Hamás haya cometido un ataque tan eficaz y con tanta profundidad y fuerza?

La respuesta podríamos encontrarla en otros muchos ejércitos y gobiernos occidentales: la despreocupación. Israel lleva décadas en paz y ha perdido la tensión que requiere un país rodeado por Hezbolá en el norte, el régimen sirio en el este y los de Hamás en el sur. Todos al interior del país se han relajado discutiendo problemas típicos de países europeos: que si el poder judicial, que si las pensiones o los derechos de colectivos, etcétera, e Israel no se lo puede permitir porque sus enemigos no descansan. Para entender su naturaleza debemos comprender que Hamás sería capaz de sacrificar a todos los palestinos si con ello consiguieran la destrucción de Israel, aunque ninguno llegara a verlo vivo.

¿Por qué es un error mayúsculo de Israel? En primer lugar, porque una fecha tan simbólica, cincuenta años de la última guerra, no era como para mandar de vacaciones a tres cuartas partes del Ejército. La situación ya apuntaba desde comienzos de año a potenciales movimientos bélicos, especialmente con las de fuerzas iraníes en Ormuz y en la costa omaní y con el reforzamiento de la actividad militar de Hezbolá, que ya es dirigida directamente por militares iraníes, que también controlan el aparato de propaganda que financia a televisiones y medios de medio mundo. En Cisjordania la situación se había deteriorado mucho en las últimas semanas también. Así que no había ningún motivo para este relajo.

Para disponer de miles de cohetes como los que fueron lanzados en apenas unas horas, es necesaria una enorme ayuda exterior y aquí aparece el primer cómplice: Egipto. Su frontera es un queso gruyere de contrabandistas, policías corruptos y por supuesto que los iraníes no tienen dificultad para llevar sus lanchas a la costa egipcia y entregar el armamento a Hamás. Si Egipto fuera un activo elemento en el control de la frontera, este ataque nunca se habría producido. El Sinaí es una tierra de nadie que carece de control y que puede ocasionar problemas muy graves si el gobierno de Al Sisi, no se toma en serio su seguridad.

En segundo lugar, para perpetrar este ataque, Hamás ha tenido que excavar túneles a gran profundidad que no fueran detectados por los sensores de las Fuerzas de Defensa de Israel, y con varios kilómetros de largo. Al menos diez túneles que requirieron de meses de trabajo y centenares de personas trabajando, y todo este movimiento pasó desapercibido a los servicios de inteligencia de Israel. Esto es inexplicable. El Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos declaró esa misma semana que la situación era pacífica y que no eran de esperar mayores problemas de seguridad. Un águila, el tipo.

Los primeros terroristas atacaron las ciudades cercanas a la frontera con su armamento ligero y obligaron a las tropas que vigilaban la frontera a abandonar sus puestos para acudir en defensa de los ciudadanos de las localidades atacadas, momento que aprovechó Hamás para penetrar con vehículos a través del vallado con el fin de causar el mayor daño y, sobre todo, secuestrar al mayor número de ciudadanos israelíes, con el fin de garantizarse un escudo ante las posibles represalias. Una acción perfectamente definida.

El ataque es una gran operación terrorista sin ninguna ambición estratégica, no es un ataque a la integridad territorial de Israel, sino una provocación para llevar a Israel a una venganza que devuelva a Hamás su necesario papel de víctima y que obstaculice los esfuerzos de paz entre Israel y los países árabes. No hay otro objetivo, y esto debe tenerlo en cuenta Israel para evaluar su respuesta.

¿Qué opciones tiene ahora Israel? La verdad es que son escasas. Una ocupación militar de Gaza es una operación muy complicada y que tendría un coste enorme en vidas y en los esfuerzos de pacificación de Israel con sus vecinos. Los ataques selectivos o menos selectivos, por mucho dolor que causen, que lo harán, no van a conseguir saciar el ansia de venganza de la población de Israel. La creación de una zona de seguridad es físicamente imposible.

Lo más urgente es evitar que otros agentes de la región y en particular los grupos terroristas de Irán y Siria, con su aliado ruso, aprovechen la situación para meter la cuchara. El rápido despliegue del portaviones Gerald Ford con sus destructores Arleigh Burke que este lunes estarán en la zona de operaciones y el despliegue en el Golfo de aviones norteamericanos, van en esa línea de advertencia a los vecinos. Es de esperar que nadie se aventure en una locura mayor.

La cuestión es cómo terminar con Hamás sin embarrarse en Gaza. Esto deberá ser un trabajo selectivo y paciente, uno a uno o en grupos deberán ir cayendo. Serán perseguidos y eliminados allá donde se encuentren. Serán uno o cinco años pero así será. Los secuestrados serán utilizados como arma de cambio. Será muy difícil o casi imposible recuperarlos con vida e Israel no cederá a ningún intercambio. Este es un dolor adicional que deberán sufrir. Podrán intentarse algunas operaciones de rescate, pero con la densidad de Gaza y con un urbanismo diseñado para proteger a Hamás, una operación de rescate puede ser una tragedia.

Israel debe ponderar en primer lugar la necesidad de ahondar en el proceso de normalización con los países árabes y en particular con Arabia Saudita. Este camino debe ser irreversible y es el peor castigo que pueden sufrir Hamás e Irán. El segundo aspecto es que no puede demostrar debilidad y necesitará una respuesta con ataques selectivos de gran entidad para satisfacer las demandas de la población israelí y corregir los errores de bulto. No se puede tener a casi todo el ejército en el Golán cuando Hamás sigue siendo la amenaza más directa.

Pero el paso más importante es acabar con el régimen de los iraníes, los diseñadores de la operación. No tengo duda de que entre las fuerzas atacantes hay elementos de la Guardia Revolucionaria Iraní. Para eso, Israel no se basta solo, pero una gran coalición con los países del Golfo, Arabia Saudita y Estados Unidos, debe dejar inoperativo al régimen iraní, es una necesidad estratégica para todo Occidente, la inmensa mayoría de la sojuzgada población iraní nos lo agradecerá.

El mayor peligro para Israel, una vez más, es Europa. Europa financia la existencia de este estado terrorista que gobierna en Gaza. Su presidente, es decir el nuestro, lejos de condenar, ha adoptado el lenguaje equidistante propio de los enemigos. Solo hay dos explicaciones posibles: una es que cree justificado el ataque terrorista y criminal a la soberanía de otro país si existe una situación de ocupación que explique la reacción, y cuidadito con las extrapolaciones, y la otra, que es peor, es que como Pilatos se lava las manos. Esta manera de mirar hacia otro lado o ser equidistante de Europa en los años treinta, llevó a siete millones de judíos a los crematorios. Europa no puede repetir otra vez el mismo error que caería sobre nuestra conciencia colectiva.

Israel ha sido atacado y tiene el derecho a defenderse y nosotros, que supuestamente compartimos los mismos principios y valores occidentales, debemos apoyar a Israel sin fisuras. Claro que a lo mejor algunos ya no comparten los mismos principios. Como telegrafió Oliver Hazard Perry al Presidente durante la guerra anglo-norteamericana de 1812, "nos hemos encontrado al enemigo y son nuestros".

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