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Puede más el odio a los judíos

El odio al judío es lo que los distingue y los une a todos, no hace falta buscar nada más.

El odio al judío es lo que los distingue y los une a todos, no hace falta buscar nada más.
Yolanda Díaz e Íñigo Errejón. | Europa Press

La izquierda española, probablemente la más zarrapastrosa del Occidente civilizado, se ha retratado nuevamente con la operación terrorista de la banda palestina Hamás en el sur de Israel. Tampoco es cuestión de cargar las tintas contra nuestros izquierdistas como si ellos fueran los únicos socialistas del planeta que apoyan el asesinato de judíos, porque también en otros muchos lugares se han celebrado manifestaciones en defensa del terrorismo palestino. La diferencia es que aquí la izquierda es la que convoca esos actos y, además, lo hace desde el Gobierno, una circunstancia que no se repite en ningún otro lugar.

La reacción izquierdista ante la masacre de civiles perpetrada por los asesinos de Hamás obedece a un impulso primario, que se compadece muy poco con lo que cabría esperar de los socialistas si sus análisis políticos partieran de un cierto pensamiento elaborado. La izquierda, enemiga de la religión y combatiente a sangre y fuego contra el machismo heteropatriarcal, sale a celebrar que un grupo de fundamentalistas religiosos han violado con sus fusiles a las jóvenes asistentes a un concierto, antes de pasarlas a cuchillo y profanar sus cadáveres para diversión del público que abarrotaba jubiloso las calles de Gaza el pasado sábado (ahora se ríen menos). Cuando un homosexual denuncia falsamente que le han tatuado el trasero montan un gabinete ministerial de crisis. Cuando los terroristas violan y asesinan a 250 jóvenes, organizan una concentración callejera en apoyo de los asesinos. Esta es la izquierda española; o estatal, como dicen ellos para no pronunciar la palabra maldita.

Pero es que las víctimas de la masacre del pasado fin de semana no estaban en un congreso de la extrema derecha celebrando las virtudes del capitalismo con una corrida de toros, sino en un concierto organizado junto a un kibutz, una comuna socialista de las muchas que pueblan Israel y que deberían ser la envidia de los marxistas de todo el mundo si no les pudiera su odio contra todo lo judío, porque es el único lugar donde un invento comunista ha funcionado.

Más de mil asesinados, la mayoría mujeres progresistas, es una cifra escalofriante que incendiaría las calles de todas las grandes ciudades exigiendo un castigo colosal contra los autores de la masacre. Pero como son judíos, las charos, las Karen y los planchabragas aliades de todo el mundo salen a la calle para celebrar su asesinato y defender a los fanáticos religiosos que han perpetrado tan enorme salvajada. El odio al judío es lo que los distingue y los une a todos, no hace falta buscar nada más.

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