
No es infrecuente encontrarse a algún conocido que confiesa que si tuviera tiempo, escribiría una novela o afirma que en cuanto lo tenga, la escribirá. Pocos, por no decir ninguno de estos novelistas imaginarios van a encontrar alguna vez ese tiempo que les falta. Pero hay otro tipo de novelas, de novelitas, que se escriben con gran rapidez, casi al dictado, con finalidades que nada tienen que ver con la puramente recreativa del arte y que pueden acabar publicadas, con todas las de la ley, en el Boletín Oficial del Estado. Una de éstas es la que están escribiendo ahora mismo un par de juntaletras de partido para envolver la ley de amnistía en un aparatoso relato de ficción que parezca una auténtica y verídica historia dramática y tenga un maravilloso final feliz.
La invención ya circula oralmente, por lo que algo sabemos de por dónde va el guión que se prepara. Es muy posible que el principio de la historia sea el que viene pregonando un hombre de ficción como Zapatero, para quien la raíz de la sedición separatista está en el "choque de legitimidades" provocado por la sentencia del Constitucional que retocó el Estatuto catalán aprobado en referéndum. Nada de eso hubiera ocurrido si él no se hubiera embarcado en la aventura disparatada del Estatut. Pero nunca ha reconocido su responsabilidad por empeñarse en sacarlo adelante ni por mandarlo aprobar a pesar de su inconstitucionalidad. "Ya lo dirá el TC", fue entonces la consigna, como lo es ahora con la amnistía. El método socialista consiste en aprobar algo delirante y pasarlo al siguiente. Si cuela, cuela, y si no cuela, ya hay a quien echar la culpa de los males que puedan venir.
Todo lo que empieza con una falsedad, acaba falsamente. Pero se necesita una novelita con principio, nudo y desenlace para convencer a la gente, que quizá tiene alguna duda, de que la amnistía es la panacea que va a arreglar para siempre el enojoso problema con el separatismo catalán. Para siempre: esta vez, sí. Tendrán que hilvanar lo de los indultos, más la sedición y la malversación, para justificar que esos perdones y privilegios, aunque buenísimos, resultaron insuficientes, pero marcaron el camino, que era por ahí: sólo hay que pasar de perdonar a los golpistas, a pedir perdón a los golpistas. Y, sobre todo, hay que hacer el panegírico de este bálsamo de Fierabrás, este curalotodo, para que no quede ni la mínima sospecha de que la amnistía se concede por el bien de España y los españoles.
El punto fuerte será el final de campanas al vuelo, con unos y otros viviendo felices y comiendo perdices, gracias a la amnistía, más alguna chuchería, que la habrá. Es cierto y hay pruebas de que al PSOE se le ocurrió por primera vez que la amnistía era la panacea definitiva en la noche del 23 de julio, una vez escrutados los votos y visto lo que había y hay. Pero de esto nada dirá la novelita que se prepara. Y con tanto relato que hay que armar, claro está: hará falta un relator.
