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EDITORIAL

Milei, última esperanza contra el peronismo

Las urnas decidirán si Argentina quiere hundirse definitivamente en la sima del peronismo o se da la oportunidad de poner en marcha un proyecto liberal.

Solo un país corrompido hasta la médula y con una sociedad dependiente del subsidio público como la Argentina puede otorgar su confianza en unas elecciones presidenciales al candidato del movimiento que ha hundido al país en la miseria y a mayoría de los ciudadanos en la desesperación. La victoria del peronista Sergio Massa en las elecciones del pasado domingo, con casi el 40% de los apoyos, fue una sorpresa no solo en lo que respecta a los vaticinios electorales más consistentes, sino al hecho de que su candidatura representa todos los males que han convertido a Argentina en un país fallido, más cercano a Caracas y La Habana que a las democracias liberales de Occidente.

La esperanza de una reforma a fondo de la economía y la política argentinas depende ahora de Javier Milei, el candidato libertario que quedó este domingo en segundo lugar con el 30% de los sufragios y que, en consecuencia, le disputará la segunda vuelta al candidato del peronismo para convertirse en el próximo presidente de la República Argentina.

La clave para la elección presidencial reside en Patricia Bullrich, la tercera candidata con más apoyos, vinculada al expresidente y empresario Mauricio Macri, cuyo apoyo será esencial para que Milei se imponga al peronismo el próximo 19 de noviembre en una segunda vuelta electoral que se presenta como la más importante de la historia de Argentina en el último siglo. Bullrich dijo en la misma noche electoral, en clara referencia al peronista Massa, que "no será ella quien ayude a que vuelva al poder quien ha sido parte del peor Gobierno de la historia". Solo falta que la derecha moderada y sus medios afines hagan suyo ese discurso pleno de razón y dejen de boicotear la campaña de Javier Milei como han venido haciendo en las últimas semanas, un juego sucio del que ha salido beneficiado el peronismo como acabamos de ver.

Las diferencias entre Juntos por el Cambio, la candidatura de Bullrich, y La Libertad Avanza, la plataforma de Milei, son mucho menos importantes que los objetivos que unen a ambas formaciones, las cuales comparten la necesidad de liberalizar la esclerotizada y corrupta economía argentina como primer paso para poner en marcha un vasto plan de reformas que saque al país austral del atraso en la que la ha sumido el peronismo. Desde ese punto de vista es razonable que la mayoría de los votantes de Bullrich acabe confiando en Milei, pero el rechazo egoísta de una parte de la derecha argentina y las brutales campañas mediáticas contra el líder libertario podrían acabar dando la victoria al candidato peronista, uno de los principales responsables de que Argentina esté a punto de convertirse definitivamente en un Estado fallido.

La prensa española, prácticamente sin excepción, se ha sumado a este linchamiento de Javier Milei tachándolo de fascista y ultraliberal, a veces en la misma frase, lo que da una idea del rigor informativo de unos medios vendidos a la propaganda progre, también fuera de nuestras fronteras.

Pero son los argentinos los que tienen la última palabra y no los corresponsables extranjeros, más preocupados de escribir al dictado de sus empresas que de mostrar adecuadamente la realidad del país. El próximo 19 de noviembre, las urnas decidirán si Argentina quiere hundirse definitivamente en la sima del populismo peronista o se da a sí misma la oportunidad de poner en marcha, por primera vez en el último siglo, un proyecto liberal.

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