
El candidato a una investidura de fecha aún desconocida ha dicho en Bruselas que todo lo que está haciendo va dirigido a cumplir el mandato de la ciudadanía punto por punto y verso a verso. Tuvo el detalle, esta vez, de explicar en qué consiste ese mandato al que se viene acogiendo desde la noche electoral de julio. Consiste, así lo dijo, "en que no haya un Gobierno de Feijóo y Abascal, lo que afortunadamente hemos evitado". Difícilmente se encontrará en alguna parte a un candidato a formar Gobierno que diga que el mandato que tiene es un mandato negativo, uno que podemos traducir libremente como: no hemos votado por usted, pero hemos votado en contra de su adversario. No se encontrará a esa rara avis, porque no existe. Un candidato presupone y presume de que le han votado a él.
De la interpretación que hace el socialismo del resultado electoral se desprende, a veces, que los votantes metieron en el sobre, juntas y revueltas, las papeletas del PSOE, Sumar, PNV, Esquerra y Junts para que gobernaran también juntos y revueltos. Y siempre se desprende que los votantes quisieron darle carta blanca y que se la han dado para que haga cualquier cosa, no importa qué, a fin de que forme Gobierno. El hecho de que Sánchez y su partido tengan que repetir una y otra vez que disponen del mandato de la ciudadanía —con la carta blanca consiguiente— es indicativo de que no hay tal. Si fuera tan evidente, no habría ni que decirlo.
La intención de los votantes cuando depositaron su voto sólo se conoce por lo que hicieron: votaron por el partido que votaron. Lo demás es elucubración. Pero no es elucubración, sino un hecho que ninguno de los que votaron al PSOE y a Sumar votaron para que se diera una amnistía y un referéndum de autodeterminación al separatismo catalán. No lo hicieron, porque ninguno de los dos llevaba en sus programas ni anunció en campaña que estaba por dar la amnistía o pactar un referéndum. Es muy posible que de haberlo proclamado, sus votantes les hubieran votado igual. Muy posible. Pero no tuvieron la oportunidad de votar con ese conocimiento ni ellos ni el resto de votantes.
No hay mandato ninguno para ceder a unas exigencias de Esquerra y Junts que rebasan los márgenes de negociación predecibles. Más aún cuando el propio Sánchez dio por cerrado el capítulo de reescritura del golpe separatista con los indultos, la derogación de la sedición y la rebaja de la malversación. Y cuando los socialistas se habían opuesto, hasta ahora, a la concesión de una amnistía y al referéndum. Pero a la vez que actúan como si tuvieran carta blanca, mantienen las cartas ocultas. Tan ocultas, que en el acuerdo de Gobierno que han firmado el PSOE y Sumar, se evita toda mención al asunto. No se hallará ahí una posición sobre la amnistía y demás requisitos. Cuando ese punto es precisamente el esencial. Porque ese acuerdo irá a la papelera y no habrá ningún Gobierno de Pedro y Yolanda, si no se satisface a Puigdemont. Pero acerca de eso, silencio total y sepulcral.
