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Pedrogábalo y el uso del nombre de España en vano

O sea, el interés general de España consiste en ser dañada, humillada y saqueada por sus enemigos declarados.

O sea, el interés general de España consiste en ser dañada, humillada y saqueada por sus enemigos declarados.
Pedro Sanchez | EFE

Que los españoles tengamos que vivir a la vez el juramento de la Princesa de Asturias como heredera de la Corona de España y la proclamación de una amnistía para golpistas —y ya veremos para quiénes más—, que sitúan los actos de esa misma Corona, del poder judicial y de más de media España democrática al margen de la caprichosa ley de un funesto socialista como Pedro Sánchez , es impensable para quienes se obstinan en creer que el individuo que se ha hecho con el poder en España tiene algún escrúpulo. Fatal error.

Se sabía, desde mucho antes de que Ortega describiera a su Mirabeau, que los políticos, cuanto más implacables mejor, carecen de escrupulosidad. Es más, es que no pueden tener escrúpulos porque, poseídos por unos instintos políticos de gloria personal, se sienten impulsados por su dinámica sin alma. Por ello, pisotean toda experiencia histórica, cualquier norma jurídica y los cánones éticos y estéticos usando la farsa, la mentira y la mendacidad sin la más mínima vergüenza. Pero aun así cabe la distinción entre los auténticos políticos y los falsos.

En el libro Manual de resistencia, este cada vez más sorprendente, falso y peligroso Pedrogábalo –el narcisista y transformista Heliogábalo fue considerado por Antonin Artaud como un "ofuscador" de la Historia—, escribió lo que sigue retratándose definitivamente y para siempre:

Mi experiencia en Sarajevo me vacunó contra los destrozos del nacionalismo y la política identitaria. Vi a políticos sin escrúpulos, que no calibran las consecuencias de sus discursos de odio, ni las sociales ni las políticas ni las económicas. Mejor dicho, no es que no las calibren, es que alimentan lo peor de sus pueblos, porque ellos viven a costa de esa confrontación.

Pero le da igual. Ahora amnistía al nacionalismo separatista. Es más, es que en dicho libro –lo publicado escrito queda para la posteridad—, este mismo individuo se ofreció al PP de Rajoy para dar consistencia política a la aplicación del artículo 155 de la Constitución a los golpistas, que ahora va a amnistiar. y meterlos en la cárcel:

Durante toda la crisis me di cuenta de que Rajoy no quería aplicar el 155; se resistía, pero sufría presiones internas. Yo le decía: "Oye, aquí está el PSOE". Le invitaba a utilizarnos si lo necesitaba…El objetivo de la medida estaba claro: recuperar el Gobierno, recuperar la normalidad estatutaria y convocar unas elecciones autonómicas. Esa meta la compartíamos tanto Rajoy como yo. A partir de ahí, era evidente que debían cesar en su cargo los miembros del Gobierno catalán después del 27 de octubre, cuando declararon unilateralmente la independencia…el hecho de que el Partido Socialista estuviera frente a los independentistas y en contra de sus prácticas ilegales también resultó crucial para interpretar lo que ocurría en nuestro país.

O sea, que ahora se autoamnistía políticamente amnistiando a los que ayudó a condenar. Y lo hace, dice cómo no, en nombre de España, por España, por el interés de España, por el futuro de España o por la convivencia de España. O sea, que un gobierno monstruoso alicatado con los mismos que ayudó a enchironar en 2017 pero presidido por él, es mejor para España que cualquier otro gobierno posible e incluso mejor que unas elecciones generales decisivas. O sea, el interés general de España consiste en ser dañada, humillada y saqueada por sus enemigos declarados a cambio del puñado de votos que él necesita. Ningún presidente del gobierno de España que se conozca, y los habido muy malos, tomó nunca el nombre de España tan en vano como lo hace Pedro Sánchez.

En sus Memorias, Winston Churchill se refiere al pacto monstruoso de Stalin con Hitler y relata el brindis que propuso el comunista a la firma del tratado: "Sabiendo lo mucho que la nación alemana ama a su Führer, propongo que bebamos a su salud". Y añade el británico que "sólo habían de pasar veintidós meses antes de que la nación rusa hubiera de pagar su claudicación con decenas de millones de vidas. Un gobierno sin escrúpulos morales parece a veces ganar grandes ventajas y libertad de acción, pero todo sale a la luz al acabar el día, y más saldrá aún al fin de todos los días".

Pero mientras sale y no sale, lo cierto es que del Rey abajo nadie está a salvo del desquite de unos delincuentes amnistiados que podrán acosar y acusar a cualquiera –olvidado y eliminado el delito cometido– por haberles condenado sin fundamento y, encima, ser indemnizados por ello. Una vez "ofuscada" la verdad legal y constitucional por esta farsa sanchista-comunista-separatista, a España, esta vez sí, no la va a conocer ni la madre que la parió.

Los que conformamos el resto de esa España, mucho más de media, que no quiere ser despedazada ni ultrajada ni vilipendiada por unos malhechores blanqueados por interés de este Pedrogábalo sin escrúpulos, debemos confluir en una alianza constitucional y democrática común y votable que pueda deshacer los entuertos que nos van a agusanar de forma inmisericorde en los próximos años e impedirlos para siempre en el futuro. O eso, o a la mierda España, merecidamente.

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