
Somos el Real Madrid en la Champions, el Miguel Indurain de los cinco Tour de Francia, y Rafa Nadal venciendo lesionado. Somos los que corrieron a gorrazos a los franceses el 2 de mayo de 1808, los que plantaron cara a los asesinos de ETA en los años de plomo, y los que acabaron con un felipismo que ya parecía invencible e interminable. Somos los de Isabel la Católica, que prohibió la esclavitud de los indígenas en América, los de la batalla de las Navas de Tolosa, y los últimos de Filipinas.
Somos los del Quijote, los de los cielos de Velázquez, y los del idioma que hablan casi 500 millones de personas en el mundo. Somos José María Aznar saliendo con serenidad del coche tras el brutal atentado etarra, somos las manos blancas por Miguel Ángel Blanco, y el abrazo sincero de las dos Españas de 1978. Somos la libertad y la tradición, la herencia y la fe, la bandera y la cruz.
Somos Quevedo riéndose del mundo, Tip y Coll dejando para la semana siguiente lo de hablar del Gobierno, y la generación de La Codorniz, chorreando talento y a mal tiempo, buena cara. Somos Agustín de Foxá llorando el desaparecer en un poema, Valle-Inclán retratando la bohemia entre penumbras, y Rosalía de Castro haciendo poesía de los vapores otoñales gallegos. Somos María Dolores Pradera cantando La flor de la canela, la emoción alzándose alrededor del albero a media tarde, la melodiosa exactitud de Garcilaso, Manolo Escobar y sus himnos, Julio Iglesias y todos sus hijos desconocidos, y las figuras estilizadas y oníricas de El Greco.
Somos la primera globalización, la vuelta al mundo de Juan Sebastián Elcano, y los españoles que derramaron su sangre hasta lograr la Reconquista. Somos el gol de Señor y la voz rota por la euforia del tranquilo José Ángel de la Casa, somos la Pepa, las terrazas a rebosar en casi cualquier momento del año, y la majestuosa Catedral de Santiago de Compostela. Somos los herederos de Roma, somos el Monasterio de San Millán de la Cogolla acogiendo las glosas que fueron germen de lo que hoy habla medio mundo, somos Loquillo cantando a Los buscadores por Luis Alberto de Cuenca.
Somos Suárez y Mellado en pie y con el pecho por delante frente al golpe armado del 81, somos María Pita, espada en mano, haciendo correr a los piratas de Drake, somos Hernán Cortés hundiendo sus propios barcos en la costa de Veracruz, somos la victoria cuando armamos la de San Quintín en 1557, y somos la España que se negó a ser una marioneta de Stalin en el 36.
Somos Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, y Fray Luis de León. Somos la Escuela de Traductores de Toledo, Los fusilamientos de Goya y el Nobel de Cela. Somos la gran campaña de vacunación contra la viruela de la Expedición Balmis, el dominico Domingo de Soto abriendo camino a Galileo, el botánico sevillano Nicolás Monardes, el autogiro de Juan de la Cierva, y la primera calculadora digital de Leonardo Torres y Quevedo.
Somos la alegría y la fiesta, la risa y la buena vida, la pasión y el pundonor, la riqueza de los contrastes, la casta y la furia, la gastronomía y el vino, la literatura y el arte, la sensibilidad y la belleza, la historia y el futuro. Somos todavía un imperio cultural, un orgullo para el mundo, una casa en la que todo el mundo desearía vivir.
Y saldremos a recordarlo, reivindicarlo, y celebrarlo una y mil veces hasta que nos devuelvan la nación que nos quieren robar los mismos que reniegan de todo lo que somos, de todo lo que fueron sus mayores.