¿Retirada para volver, o ganó la partida el Campo de Hielo Sur? Después de unas jornadas terribles, el pasado sábado un helicóptero del Ejército de Chile —con vientos de más de 50 km/h— extrajo a los expedicionarios desde su ubicación cercana a los refugios de supervivencia, hasta la orilla del Lago O´Higgins. Una embarcación les transportó a la villa del mismo nombre y regresaron a Cochrane, la base de la Compañía Andina Divisionaria N20 que les había acogido a su llegada desde España. Aquí disponen de más posibilidades logísticas y pueden recuperar fuerzas.
Atrás dejan, por el momento, las horas interminables cobijados en unas tiendas que, recurrentemente, eran sepultadas por la nieve. Una protección mínima que los militares abandonaban cada poco. Te internas en la espesa niebla en la que se ocultan cientos de manos que te zarandean. Has salido a recoger nieve limpia para hervirla. Los ajenos a este deporte piensan que con un poco de calor la nieve se derrite, pues no, tarda más de lo creen y a mayor altitud, menos calienta el gas. Pero tu debes asegurar que bebes los litros que necesitas.
En tu cazo echas el contenido de uno de esos sobre verdes con nombre sugerentes: "pasta bolognese; expedition breakfast". Liofilizados que disuelves en agua hirviendo y esperas el tiempo que marca cada ración —de 7 a 10 minutos—. En ese tiempo y con el frío, la comida se transforma en algo espeso, como grumo. "Cuando estemos parados, esperando para movernos, utilizaremos las raciones de combate del Ejército de Chile, que son similares a las nuestras" me comentó al inicio de esta expedición el coronel Ayora.
Aportan bastantes calorías y no generan mucho residuo. Pocos, pero tienes que salir para hacer tus necesidades. Los militares chilenos te han facilitado unos envases, similares a un termo de litro con la boca más ancha, en los que depositas los excrementos que has recogido con un plástico del tamaño de una servilleta grande. Asomas el pescuezo con el viento ululando y te encaminas en busca de un lugar protegido. Vano intento.
Y vuelta a la tienda. Pasan las horas. Dentro del saco, tumbado o arrellanado con la espalda apoyada en la mochila, en ocasiones te preguntas "¿Quién me ha mandado venir aquí, a pasar penalidades?". El montañismo consiste en hacerte esa pregunta y no contestarla. Volverás a pasar penalidades y a preguntarlo. Solo lo entendemos nosotros y disfrutamos con ello.
Tensa espera. Difícil decisión la de volver al hielo o regresar. Estoy en este punto y seguido, pensando cómo continuar y en el móvil entra una llamada de guasap, es el coronel Ayora desde Cochrane, son las 17:11h, la una en Chile.
¿Ya está duchado y planchado, mi coronel? "Aquí estamos con la moral bien alta". Se le nota satisfecho por la experiencia de convivencia con los compañeros chilenos, en unas jornadas durísimas: "Han funcionado todos de maravilla. Un grupo cohesionado, positivo y responsable. En estas situaciones es donde se nota el adiestramiento militar y te sientes orgulloso".
"Tenemos que coser las tiendas que se han roto, lavar la ropa, y prepararlo todo para volver a intentarlo". Ayora comenta los planes para los próximos días. Es consciente de que cualquier decisión queda supeditada a la meteorología y la disponibilidad de los apoyos del Ejército chileno. Y la meteo es una donna è mobile. "Se prevé un cambio de tiempo para la semana del 20". Ante esta posibilidad, se han ampliado unos días la duración de la expedición —el día 24 terminaban— para intentar aprovechar las posibles ventanas que muestra la predicción meteorológica.
Si todo va según lo previsto por las previsiones meteorologías del profesor Javier del Valle y las del Ejército de Chile, del 23 al 25 tendrían una oportunidad. "Sería un ataque directo al volcán Lautaro, marcando el día 24 como opción de cumbre. La ampliación de las fechas ya se han aprobado", confirma el coronel Ayora. En cualquier caso, el día 6 deben aterrizar en Madrid.
Coincidirá su regreso con la Asamblea de la Federación Española de Montaña. Alberto Ayora es su presidente, elegido por una amplia mayoría de los montañeros y pese a ello, o quizá por ello, asediado por una coalición de independentistas y gorgojos que quieren rendir a una institución centenaria. Evitar que la Fedme se convierta en una confederación de taifas y taimados, no es tarea fácil cuando los mandamases del deporte miran para otro lado y te atan de pies y manos. Es un reto que Alberto y su equipo en la federación enfrentan con la misma calma y determinación que la expedición en el Campo de Hielo Sur.