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Pablo Molina

Un día con Sánchez en la oficina

Los que quieran comprender en el futuro qué fue el sanchismo tendrán que prestar especial atención a lo ocurrido el pasado 30 de noviembre de 2023.

Los que quieran comprender en el futuro qué fue el sanchismo tendrán que prestar especial atención a lo ocurrido el pasado 30 de noviembre de 2023.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la primera reunión de Consejo de Ministros | Europa Press

Los que quieran comprender en el futuro qué fue el sanchismo tendrán que prestar especial atención a lo ocurrido el pasado 30 de noviembre de 2023, una jornada preñada de acontecimientos de carácter político a cual más representativo de lo que son capaces de organizar Sánchez y los suyos en el transcurso de unas pocas horas.

No es fácil que un Gobierno reciba en un solo día dos reproches contundentes de las más altas magistraturas por nombrar para puestos relevantes a lacayos indocumentados y que complete la jornada provocando una crisis internacional. Sánchez lo hizo hace tan solo unos días, hazaña que completó pocas horas después con la apertura formal de negociaciones en el extranjero con un delincuente, en presencia de un mediador internacional, para establecer los términos de la gobernabilidad de España estos próximos cuatro años.

El día lo comenzamos sabiendo que el Consejo General del Poder Judicial había rechazado la idoneidad del Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, al que el órgano de los jueces acusa en su documento de hacer una utilización espuria de sus potestades, razón por la cual jamás debería haber sido nombrado para el cargo.

Poco después, ese mismo jueves, supimos también que el Tribunal Supremo, por primera vez en su historia, anulaba el nombramiento de la exministra de Trabajo del Gobierno de Pedro Sánchez, Magdalena Valerio, como presidenta del Consejo de Estado. Los magistrados del alto tribunal rechazaban el nombramiento de la elegida por Sánchez por no ser "una jurista de reconocido prestigio", tal y como exige el artículo 6 de la Ley Orgánica del Consejo de Estado.

Justo una semana antes de recibir estos dos zurriagazos, Sánchez había estado en Israel y Gaza, donde organizó un serio escándalo al acusar al Estado judío de no respetar la legalidad internacional en su operación contra el grupo terrorista palestino Hamás. Pues bien, también ese mismo día 30 de noviembre, Sánchez completó la jugada reafirmándose en sus acusaciones en una entrevista concedida a la televisión pública española. Al día siguiente, Israel llamó a consultas a su embajadora en España como gesto de repulsa, abriendo una grave crisis diplomática cuyas consecuencias, sin duda, serán de largo recorrido.

En esa misma entrevista, Sánchez se desmintió a sí mismo con su facundia habitual, al reconocer que la ley de amnistía obedece a la necesidad de contar con la aprobación de Puigdemont para seguir siendo presidente y no al deseo de hacer de España un lugar mejor en la que todas las sensibilidades tengan su acomodo, como venían afirmando él y sus ministros.

Pocas horas después, el número tres del PSOE se reunía con Puigdemont en Suiza para negociar los términos en los que se va a desarrollar esta legislatura. El encuentro se llevó a cabo en presencia de un mediador internacional, para que le quede claro al resto del mundo que estamos ante un conflicto ante dos naciones soberanas.

Impresionante. Y tan solo en un par de días, prácticamente sin despeinarse. Sobran las palabras. El que quiera que se ponga. No pedimos que lo supere…

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