Lo dijo alto y claro, cuando se preparaban las últimas elecciones generales, que a usted, Ministra de Trabajo con anterioridad, le gustaría seguir en el nuevo Gobierno, pero nunca al frente del Ministerio de Trabajo.
Pero las cosas son, como son. Y puesto a imaginar, al verle responsable del ministerio que no le gustaba, pensé que seguramente le habrían planteado una disyuntiva como: o Ministerio de Trabajo o nada. En ese trance, la decisión sería clara, sin condicionantes.
Así que se encuentra donde afirmó que no quería estar. Pero está y, siendo realista, tendrá que adoptar decisiones según su doctrina, su ideología, y si se sintiera segura, a lo mejor también pensando en España y en los españoles, sobre todo, en los comprendidos en su ámbito competencial.
De aquí, mi pregunta: ¿Qué piensa, ante el problema fundamental de su responsabilidad política? Quiero suponer, que no existen dudas sobre cuál sea el problema crucial: el volumen de desempleo.
Si es verdad lo que se dice en Teoría Política de que, cuando un político entra en una función dativa –un Ministerio, por ejemplo– empieza a preparar las siguientes elecciones, pretendiendo allegar votos de los complacidos por sus medidas, y no tanto de aquellos satisfechos por el bien común.
Dicho lo cual, mi apreciación personal, me dice que, en general, sus medidas pretenden fustigar al que trabaja –impuestos, cotizaciones, conciliación, regulación…–, y a agasajar al parado. No existe diferencia entre ellos; ambos depositan un voto.
Como hoy la modernidad, por llamarla así, ha conseguido deformar el lenguaje, cabría decir que el primero tiene una ocupación de electricista, informático, cocinero… y el segundo, una ocupación de parado. Valga la contradicción por la novedad lingüística; también llamamos saludable a lo que no nos gusta, o sostenible a lo que no se sostiene.
Debería preocuparle el parado, no para agasajarle sino para que deje de estar parado, y pueda realizar, sin limosnas, su humanidad mediante el trabajo.
Cuesta reconocer que, el crecimiento del paro sea el fracaso más evidente de su política. Su estribillo de aumentos continuados del SMI, es una medida contra los parados y contra los trabajadores menos cualificados. Muchos de ellos, con la subida del SMI, se convertirán en parados.
¿Sabe que desde que usted es ministra de trabajo (13.01.2020), la productividad por hora trabajada ha bajado del índice 95,3 (año 2019), hasta 92,0 (fin de 2022)? ¿Es responsable subir salarios cuando disminuye la productividad?
¿No le interpela que, durante el gobierno de Rajoy (2013 a junio de 2018), la productividad por trabajador, estuvo siempre por encima de la media europea –103,7 en 2013 a 101,9 en 2017, siendo la de 2018 inferior a la media (99,8) por los seis meses de gobierno Sánchez? Eso no es casual, ni por mala suerte; es resultado de políticas erróneas.
Los agasajos a los parados, quizá consigan votos, pero les desincentivan humanamente, creciendo en número hasta que haya políticas racionales. ¿No cree que, depender de subsidios, sea la forma de esclavitud del siglo XXI?
Lo mejor para un parado, es conseguir un trabajo.
¡Ese es su gran objetivo!