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Sánchez en la UE: culpa, mentira y voluntad salvaje

Está tan marcado que ya no le queda otra opción que seguir representando a los enemigos troyanos de la Unión Europea.

Está tan marcado que ya no le queda otra opción que seguir representando a los enemigos troyanos de la Unión Europea.
Pedro Sánchez. | Europa Press

La mayoría de agencias políticas de la UE, incluidos los principales grupos políticos del Parlamento europeo, han cargado el muerto, dicho coloquialmente, de todos los problemas de España y parte de Europa a Pedro Sánchez. Entre todos esos problemas, destaca obviamente la desaparición del Estado de derecho democrático y con ello la ruptura de España como Estado-Nación. Pero ahora no se trata de hacer una clasificación y evaluación de los males que ha traído este sujeto a la política europea, sino simplemente mostrar, señalar e indicar con precisión que se le ha hecho culpable principal de los males de España e, indirectamente, de Europa. La culpa, sí, de todas nuestras perversidades públicas es de Sánchez. No entro en la veracidad absoluta de la atribución sino que levanto acta de ella. Esto no es una opinión, o una simple valoración llena de prejuicios, que requiera de algún tipo de justificación moral, sino de un hecho, o mejor dicho, de una verdad de hecho o factual al alcance de cualquier observador imparcial de la realidad política. Sí, más allá de las muchas o pocas complicidades que tenga este político español con otros europeos, por ejemplo, con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, es claro que ningún otro presidente de la UE fue despedido con el abucheo que los parlamentarios europeos dedicaron a Sánchez.

También la crítica política más seria y rigurosa del viejo Continente, es decir, los creadores de opinión pública-política, los medios de comunicación en general, y los grandes periódicos europeos en particular, ha diagnosticado que el tipo más funesto del sistema democrático europeo se llama Pedro Sánchez. No sé, en verdad, si Sánchez se librará fácilmente de esa atribución de culpabilidad; pero tiendo a pensar que está tan marcado que ya no le queda otra opción que seguir representando a los enemigos troyanos de la Unión Europea; sí, será difícil que los europeos cambien la imagen de este político, o sea, lo seguirán viendo como alguien que trata de sustituir la democracia liberal europea por un régimen populista de corte comunista-bolivariano. En otras palabras, igual que Hitler y Mussolini, en su tiempo, fueron culpabilizados de todos los males de Alemania e Italia respectivamente, la UE ha "responsabilizado" de todos los males de España a Sánchez. El autócrata Sánchez ha sido descubierto.Tampoco sé cuánto de arbitrariedad contenga ese descubrimiento. No me importa. Lo decisivo es que este político, lejos de representar el socialismo europeo, o la socialdemocracia o cualquier otra ideología plausible en Europa, sólo trata de desmontar la democracia occidental y una de sus bases: la construcción permanente del Estado de Derecho. Su proyecto de ley de Amnistía y el ataque a la independencia de la Justicia, sí, han sido criticados con especial acierto por los defensores del sistema democrático de la UE.

Esa atribución de culpa ha ido acompañada por la crítica a las grandes armas del sanchismo. Sí, los estudiosos, politólogos e historiadores de la evolución de la UE han descubierto dos armas terroríficas del todavía presidente de Europa. La primera es la mentira. Sánchez miente, miente y miente sin ton ni son, o sea, no se trata de mentir al enemigo político como algo lícito para vencerlo, menos todavía de aceptar la mentira, como creían los clásicos del realismo político (Maquiavelo, Constant, Grocio, etcétera) teniendo en vista la utilidad pública, sino de mentir para ocultar la anterior mentira. Sánchez, junto a su cuadrilla de arrastrados sin otro oficio que lamer las botas del autócrata, representa la Mentira con mayúscula. Su mentira confunde con alevosía víctimas y victimarios. Sus mentiras pretenden acabar con los jueces independientes para controlar y dominar sin ningún tipo de freno a los ciudadanos. Las mentiras de

Sánchez y su tropa de lozanos no tienen otro objetivo que ocupar todos los puestos públicos relevantes. La mentira del sanchismo casi ha convertido la educación en adiestramiento ideológico. La noción de formación de personas libres ha desaparecido. Los amaestradores ya no se diferencian de los amaestrados. Ha matado todo lo que la mentira tenía de virtud política. La fuerza del león, el coraje, y la astucia del zorro, la habilidad, virtudes tradicionalmente consideradas relevantes para la acción política, y teorizadas por Maquiavelo, en El Príncipe, han sucumbido ante la ideología de la mentira: se sustituye la realidad por una palabrería sin sentido. Se cometen todo tipo de injusticia haciéndose pasar por víctima.

Miente, sí, porque le da la real gana. He aquí la otra gran arma del sanchismo; más aún, creo que la mentira sanchista tiene su fundamento en esa voluntad salvaje. El arma más eficaz y brillante para adquirir un poder tiránico es hacer lo que te venga en gana. Se equivocaba, pues, Polus en su diálogo con Sócrates. Éste le exhortaba a Polus que se imaginase una situación en dónde él —Sócrates— lleva escondida una inmensa daga y se encuentran los dos en el mercado lleno de gente. En este diálogo, titulado Gorgias, Sócrates se le acerca con fingido disimulo y le dice: "Polus acabo de adquirir un poder tiránico, deslumbrante. Si decido que cualquiera de los hombres que ves aquí debe morir, en ese instante, morirá… Y si pienso que una cabeza debe caer, caerá… Este es el inmenso poder que tengo en la ciudad. Seguramente, al mostrarte el arma, exclamarás: ¡pero, Sócrates, ese mismo poder lo tiene cualquiera. De esa misma forma puedes quemar cualquier casa que se te antoje, los barcos del muelle…! ¡Pero hacer lo que te venga en gana no significa tener un gran poder…!".

Mentira y voluntad salvaje de hacer lo que quieras no son dos atributos políticos, como creen los totalitarios españoles, sino los dos vicios más terribles del sanchismo. Ahí está su culpa. Ahí reside la crítica de la UE a Sánchez

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