
La realidad suele quebrar las rodillas de la fantasía. Este miércoles, en el Senado, no fueron pocos los políticos que se zamparon un entrecot de desilusión. Un filete pesado, pasado e indigesto del que se hinchó, por ejemplo, la líder menguante de Sumar, Yolanda Díaz, quien cerraba 2023 en su cuenta de Twitter/X con un "¡Vaya año, tío!". Unidas Podemos mandó al guano su real decreto de medidas sobre conciliación y sobre protección por desempleo. Razón, según la diputada Noemí Santana y, sobre todo, el demiurgo Iglesias, compareciente estrella en TV3: el "recorte" a los subsidios de desempleo para los mayores de 52 años. Ya, claro, seguro. La rave ilegal de Murcia será un cumpleaños de quinceañeros comparada con el fiestote que se va a armar esta noche en cierto chalet de Galapagar.
Rebobinemos una mijita: la delegada del PSOE en la presidencia del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, disfrazada de Miércoles Addams, inauguraba un pleno en el Senado, por eso de que el hemiciclo de la Cámara Baja está en obras, para votar un decreto ómnibus del que dependían 10.000 millones uropeos (María Jesús Montero dixit), el ya citado propuesto por la vicepresidenta segunda y fusilado por sus viejos compañeros de partido y un tercero de medidas contra la crisis. Hasta que irrumpió Míriam Nogueras, los asistentes presenciamos casi tres horas de debate que rozaron, siendo generoso, la intrascendencia total. Estuvo bien el popular Pere Lluís Huguet, quien brindó al Ejecutivo una lección de "primero de Derecho" y advirtió: "Nuestra justicia no puede aguantar una chapuza más. Y lo mejor que le puede pasar a la justicia española es que no se convalide hoy este real decreto".
Mención aparte merece la sumanda Engracia Rivera, todo un descubrimiento. No del tipo Fleming y la penicilina, pero descubrimiento, al fin y al cabo. Con serias dificultades para pronunciar "circunscripción", esta diputada por Sevilla trasladó a la sesión un asunto de vital importancia para todo ciudadano… que crea que el mundo es una serie de Disney Plus: "Un empresario sevillano (que salió) como rey mago, blackface y vestido de torero, con faldas y sin montera". Hubo gente a la que se le juzgó por menos en Núremberg. Ojo, y no contento con eso, el tío aprovechó "la cabalgata para repartir la propaganda de su negocio". Esto sólo se puede solucionar pidiéndole a Samantha Hudson que interprete a la Virgen María en el próximo belén viviente que celebre el consistorio hispalense, si es que lo celebra.
Sánchez no daba señales de vida, Díaz luchaba en vano por recomponer un rostro descompuesto, ministros y diputados socialistas abandonaban el hemiciclo, negociaban en secreto y regresaban, y entonces, a eso de la una menos veinte, la valida del prófugo Puigdemont sirvió un segundo entrecot de desilusión –si bien, a las seis y pico de la tarde, comprobamos que la cosa no fue para tanto–. Míriam Nogueras se convirtió en el imán de unos fotógrafos que, minutos antes, permanecían como amodorrados en los escalones que conducen al estrado. Sin rodeos, trituró el relato opiáceo del Ejecutivo y recordó quién manda: "Respeten las competencias de Cataluña y tendrán los votos de Junts. Paguen lo que corresponde y tendrán los votos de Junts. (…) Estamos aquí por Cataluña, no estamos aquí por ustedes ni por el Reino". "Sólo hacía falta hablar –continuó la portavoz de Junts–, negociar y pactar, y algunos han confundido dialogar con negociar y pactar. O quizás los teníamos muy bien acostumbrados". Tras asegurar que "las políticas españolas están matando a nuestro país" y lamentar que "Cataluña no es más fuerte con sus propuestas", se dio el piro. El diputado de Vox José María Figaredo acertó al resumir así la farsa vivida: "Han pactado con cuervos y vemos cómo un primer cuervo ha empezado a sacarle los ojos".
Después, la vicepresidenta primera –España es un país del que es vicepresidenta primera María Jesús Montero, no lo olviden– compareció para presentar los objetivos de estabilidad presupuestaria , Podemos desvelaba sus votos, una caída "casual" del sistema de votación telemática brindó al PSOE media hora más para seguir negociando, algunos medios publicaron que Sánchez ultimaba un Consejo de Ministros extraordinario para volver a aprobar los decretos si estos no salían adelante, un puñado de periodistas ilusos confirmaba erróneamente que los puigdemontoneros se habían decantado por el no definitivo…, pero bueno, ya saben: la realidad es tozuda y, pasadas las seis de la tarde, Junts decidió ausentarse y salvar dos de los tres decretos a cambio de la cesión a Cataluña del control total de las políticas de inmigración, del pago total por parte del Estado de las subvenciones al transporte público o, por supuesto, de cepillarse el artículo que abría la puerta a paralizar la amnistía en Europa. El presidente ha sobrevivido –y van...–, Díaz ha fracasado y Puigdemont ha humillado al Gobierno. No será este un episodio inédito en los próximos cuatro años. Si no, al tiempo.
