Naturalmente que es perfectamente "compatible combatir a Sánchez y cambiar una palabra de la Constitución", tal y como afirman los representantes del PP en referencia a su disposición a cambiar la palabra "disminuidos" por la de "personas con discapacidad" en el articulo 49 de la Constitución, cambio terminológico requerido por la mayoría de asociaciones de personas discapacitadas con el que Vox también está de acuerdo. El problema es que el PP no se ha dirigido coherentemente bajo esta premisa al otro partido de la oposición constitucionalista al gobierno de Sánchez para presentar conjuntamente y como proposición de ley ese mero cambio de palabras en nuestra Ley de Leyes, sino que ha ninguneado al partido de Abascal para pactar con el PSOE una reforma del articulo 49 que, lejos de limitarse a cambiar la palabra "disminuido" por "persona con discapacidad", introduce una discriminación por razón de sexo al añadir que los poderes públicos "atenderán particularmente las necesidades específicas de las mujeres y los menores con discapacidad"; y eso, lejos de "cambiar una palabra", es considerar o bien que las mujeres son personas con mayor discapacidad por el hecho de ser mujeres; o bien que los hombres discapacitados, por el hecho de ser hombres, no merecen esa atención especial.
El problema también radica en que los separatistas quieren aprovechar esta reforma constitucional para intentar colar más privilegios; el problema es que este acuerdo de reforma entre PP y PSOE, además de colar en la Carta Magna la mal llamada "discriminación positiva" en razón de sexo con la excusa de cambiar el termino de "disminuido" por el de "persona con discapacidad", viene en estos momentos a desviar la atención pública sobre el profundo malestar que han causado las concesiones de Sánchez a los golpistas de Puigdemont para sacar adelante los tres proyectos de ley de la semana que viene. El problema, en definitiva, es que el PP de Feijóo parece más cómodo llegando a acuerdos con el PSOE que con VOX, tal y como quedó de manifiesto cuando PP acordó con el PSOE el reparto de las presidencias de las comisiones parlamentarias, excluyendo al partido de Abascal.
Y es que parecería que Feijóo no quiere socios de oposición a Sánchez. Más que acuerdos con los de Abascal, parecería que el PP sólo pretende la ciega adhesión de Vox a lo que plantee Feijóo, solo o en comandita de Sánchez. Y a veces, ni eso, por temor a que los socialistas le calumnien —cosa que, en cualquier caso, harán— de entregarse a la "extrema derecha". El resultado es que dos partidos de acreditada lealtad constitucional llamados a entenderse, tanto por sus ideas como por sus votantes, parecerían enemigos pagados en beneficio de un gobernante nihilista como Sánchez que no tiene el menor escrúpulo moral ni político de pactar con quien sea y lo que sea con tal de seguir en la poltrona.

