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Un libro sobre Lenin

Ni siquiera el mejor que yo leí, escrito por Trotsky, se salva de ciertos tópicos que después se extendieron por el mundo entero.

Ni siquiera el mejor que yo leí, escrito por Trotsky, se salva de ciertos tópicos que después se extendieron por el mundo entero.
Stalin junto a Lenin. | Cordon Press

Quizá el centenario de la muerte de Lenin haya dado lugar a alguna discusión interesante, pero yo la desconozco. Sólo he oído tópicos y anacronismos. Recojo sin embargo un comentario de mi amigo moscovita, Boris Cimorra, que me provoca hilaridad. Me río para no llorar. Refiere mi amigo que para mantener el cadáver de Lenin en un perfecto estado, evitando los efectos de la pudrición temporal, fue creada una institución encargada de mantener el cuerpo de Lenin tan "fresco y guapo", por así decirlo, como en el primer día de su ya centenaria momificación. Y allí sigue, en la plaza más céntrica del país, esperando permanecer en el Mausoleo otros cien años. Mientras la momia permanezca allí, nada bueno sucederá a Rusia. Un sacerdote de la Iglesia Ortodoxa se lo dijo a las claras a mi amigo: "Hasta que el Satanás del Mausoleo no fuese enterrado como Dios manda, a Rusia le seguirán sucediendo muchas desgracias y desastres". ¡Seguro!

Entre los miles de libros que se han publicado sobre ese "Satanás", abundan los de carácter apologético. Algunos se salvan de la mescolanza ideológica e histórica. La mayoría de ellos están demasiado circunstanciados. El personaje se diluye en el contexto histórico. Casi todos tienden a pasar por alto las fechorías y, naturalmente, sus crímenes. Ni siquiera el mejor que yo leí en la Universidad, en el año 1972, titulado Lenin, escrito por el protagonista principal del triunfo de la revolución soviética, según dijo Stalin, se salva de ciertos tópicos que después se extendieron por el mundo entero. Lo escribió, o mejor, lo publicó poco después de la muerte de Lenin, León Davidovich Bronstein, más conocido por Trotski.

Ese libro, según mi experto amigo moscovita, glorifica la figura de Lenin como un Gran Líder del partido bolchevique, quien poco más tarde se convirtió también en la gran figura de todo el moviendo socialista (comunista) mundial. Trotski compara a Lenin con los demás líderes marxistas rusos de la época antes de la revolución bolchevique (Martos, Plejanov, Bogdanov, en su mayoría "mencheviques"), explicando la principal diferencia entre Lenin y ellos, siendo Lenin un practico y el partidario de la acción, mientras que ellos eran mucho más teóricos, incapaces de realizar las revolucionarias ideas socialistas en la práctica, como lo hizo Lenin, organizando la revolución socialista en Rusia. También Trotski compara a Lenin con Marx, destacando que Marx había crecido en un país con un proletariado desarrollado y con una cultura burguesa avanzada, mientras que Lenin había crecido en un país de campesinos, con un proletariado joven, lo que había obligado a Lenin buscar una nueva fórmula, más "campesina", para el desarrollo de la teoría y la práctica de la revolución socialista.

Trotski destaca la principal característica del método didáctico-dialéctico leninista: seleccionar en cada momento un eslabón más importante y luego, tirando de él, ir dando la dirección a toda la cadena. Y otra característica que destaca Trotski en Lenin es su extraordinaria tenacidad y claridad de objetivos, que le ayudaba enormemente conseguir sus propósitos. Trotski llama a Lenin "un gran maquinista de la revolución". La obra de Trotski sobre Lenin, en mi opinión, sigue teniendo vigencia, entre otros motivos, porque conoció directamente tanto la trayectoria vital de Lenin como sus ideas y el proceso histórico de la revolución soviética. Y, naturalmente, por la propia figura de Trotski, que estuvo al frente del Comité Revolucionario del Soviet de Petrogrado y organizó la insurrección de octubre de 1917 que llevó el comunismo a Rusia, según reconociera, en 1918, Stalin, quien más tarde se convirtió en su peor enemigo (lo persiguió, como es sabido, a partir de 1927 hasta matarlo en 1940 por mano de un intermediario catalán en su exilio mexicano en Coyocan): "Toda la labor de organización práctica para la insurrección fue conducida bajo la inmediata jefatura del presidente del Soviet de Petrogrado, camarada Trostki. Es posible afirmar con certeza que el rápido paso de la guarnición al lado del Soviet y la audaz ejecución de la tarea del Comité Militar Revolucionario, lo debe principalmente y sobre todo, al camarada Trotski".

Y, sin embargo, todo eso carece de importancia comparado con la edición en la que leí el texto de Trotski en pleno franquismo. Entonces se hacia, por qué no decirlo, gran historia. De esa obra, que yo leí en el año 72, publicada por la editorial Ariel, nada mejor puedo decir que es toda una obra de arte. Dejo aparte la calidad del papel, la letra, los márgenes, en fin, la calidad gráfica del objeto libro, y recuerdo sólo los participantes en la edición. Una magnífica traducción del ruso a cargo de José Laín Entralgo, el hermano comunista de Pedro Laín Entralgo; en segundo lugar por la inclusión del texto de André Breton, el surrealista francés, sobre la obra de Trotski, traducido del francés por el poeta Pere Gimferrer; en tercer lugar, por el epílogo de Íñigo Moreno de Arteaga, marqués de Laula, acerca de Trotski en España; y, finalmente, por el hondo y magistral prólogo que lleva la obra a cargo de Jesús Pabón, uno de los más grandes historiadores de España del siglo XX. Algunos fragmentos de este prólogo, no menos que su obra sobre Cambó, merecen, como suele decirse, mármol… Pero de eso ya escribiremos otro día.

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