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José García Domínguez

La nueva extrema derecha catalana

Silvia Orriols, la líder de Aliança Catalana, el nuevo partido de la extrema derecha autóctona, va a convertirse en la gran estrella de las elecciones.

Silvia Orriols, la líder de Aliança Catalana, el nuevo partido de la extrema derecha autóctona, va a convertirse en la gran estrella de las elecciones.
Silvia Orriols. | Archivo

Tras el fracaso del primer intento en 2017, el próximo episodio serio de la batalla por la independencia de Cataluña lo veremos en la siguiente generación, dentro de unos quince o veinte años, y sus protagonistas estelares estarán llamados a ser los hijos y nietos de los inmigrantes extranjeros instalados en la demarcación durante los primeros lustros de la nueva centuria. Hasta entonces, no procede esperar mucho más de nuestros separatistas domésticos que episódicos fuegos de artificio destinados a seguir manteniendo encendida la llama sagrada. De ahí la obsesión de la Generalitat, y ya desde los tiempos de Pujol, por contrarrestar el asentamiento en la plaza de latinoamericanos de lengua materna española con el impulso a las comunidades norteafricanas, en particular las marroquíes.

Y es que los separatistas saben bien que si el grueso del nuevo censo residente de modo estable resulta ser hispanohablante de origen, habrán perdido definitivamente esta guerra. Así las cosas, ahora mismo los marroquíes constituyen en apariencia estadística la primera minoría extranjera en las cuatro provincias. Pero la estadística oficial resulta engañosa. Porque el gran contingente de italianos asentados en territorio catalán, la colectividad foránea más numerosa ahora mismo en Barcelona y su área, lo componen en realidad argentinos con doble nacionalidad; o sea, un grupo hispanohablante e hispanófilo. La Generalitat impulsa, pues, la acogida de nuevos pobladores oriundos del Magreb por muy inconfesables razones estratégicas.

Pero, al mismo tiempo, el lumpen que integra la mayor parte de la pequeña delincuencia violenta surge de sectores juveniles de esa misma cohorte, la magrebí. Algo que conlleva consecuencias políticas. El voto a Vox en Cataluña, contra lo que se cree, no procede tanto del electorado popular de la periferia urbana como de las zonas de chalets unifamiliares con jardín y más o menos aisladas en las que habitan familias de clase media. Son los que votan a Vox no por la unidad de España, sino por el miedo a que asalten su casa por la noche. Silvia Orriols, la líder de Aliança Catalana, el nuevo partido de la extrema derecha autóctona, va a convertirse en la gran estrella de las elecciones. Al tiempo.

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