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Meditación sobre el puto amo

Esto tiene miga porque en realidad esas dos palabras juntas no pueden ser aceptadas por una democracia que se precie.

Esto tiene miga porque en realidad esas dos palabras juntas no pueden ser aceptadas por una democracia que se precie.
Pedro Sánchez. | EFE

Gracias al rebuzno inesperado del, tal vez, más políticamente burro de todos nuestros onagros políticos, sabemos que hay un puto amo e incluso sabemos quién es. Hay que ser en efecto muy rucho de inteligencia para no darse cuenta de que en esa democracia que dice defenderse eso del puto amo es una contradicción sin escrúpulos. Como ya sabemos que el socialismo, el que sea, no puede creer en democracia alguna porque su finalidad es someternos a todos al Estado como amo abstracto aunque con cara de Stalin u otro, podemos perdonarlo. En realidad, fue sincero mintiendo porque no engañaba en su admiración por el puto amo que tritura la democracia española.

En el caso de Óscar Puente, nada menos que ministro del Reino de España, sus roznidos de ¿matón de discoteca? (no, no vale, porque eso se lo espetó otro socialista de corral a Javier Arenas hace mucho y tiene que tener derechos de autor; además, en su caso le encajaría mejor a Ábalos y no digamos a Koldo), mejor portacoz de gabinete, se han pasado de la raya. Como lo de Javier Milei ya ha resoplado en la prensa y los gobiernos del mundo, defendamos aquí que Joe Biden, Ursulina von der Leyen, Xi JinPing, Putin y otros algún predicamento deben tener en la política internacional por mucho que les supere el puto amo.

Esto tiene miga porque en realidad esas dos palabras juntas no pueden ser aceptadas por una democracia que se precie. Ni siquiera por las que no se precian, como la española. Un amo tiene esclavos, no ciudadanos. Un amo tiene derechos, nunca deberes. Un amo es libre, sólo él lo es y todos los demás son instrumentos que hablan o no y se mueven o no. Cuando alguien se dice demócrata y alude a la presencia de un puto amo en la sociedad, está diciendo que, en realidad, eso de la democracia es un cuento para idiotas y que se está en manos de un amo, aunque sea puto.

Es más, ni siquiera un Rey es un puto amo, si es un Rey constitucional. Un Rey constitucional tiene funciones más que poderes, aunque tenga algunos reglados. Pero un Rey no puede hacer lo que quiera ni con la vida ni con las leyes ni con las instituciones. Eso es lo que hace un puto amo. Un Rey representa, un rey simboliza, un rey unifica, pero un Rey constitucional ni puede saltarse a la torera a los demás actores de la representación, ni puede abusar de sus atribuciones. Cuando alguno lo ha hecho, lo ha pagado. Lo está pagando. El que la hace, la paga, hasta un Rey. Todos, menos el puto amo, único que hace y deshace sin pagar.

Luego viene lo del adjetivo puto, que califica muy mal al amo. Lo descalifica, vamos. De hecho, es un insulto lanzado con mucha frecuencia sobre las madres. Sin embargo, eso del puto amo parece una oración admirativa hacia un todopoderoso. ¿Cómo casar lo de puto con lo de amo?

Lo primero siempre se refiere a algo chungo, ya sea la calle, ya sean los euros (antes duros), ya sea un examen, ya sea un momento… Sigo al María Moliner.

Cabría interpretar que considerar puto al Amo es odiarlo y amarlo a un tiempo, lo que implica peligro mediato o inmediato, ojo. Fascina porque lo puede todo y se le odia porque eso mismo lo daña todo. Encandila al ambicioso porque no tiene escrúpulos ni límites pero se le desprecia por el dolor que causa. Hechiza como una divinidad superior o un superhombre pero se le hace saber de la repulsión de quien no puede llegar a serlo. O no, porque a veces las cosas van de puta madre y eso es que van bien. En todo caso, si yo fuera Pedro Sánchez, Dios me libre de tan infame destino, vacilaría al asignarle un futuro a este espécimen antiferroviario (sólo en Madrid, parece) –otro baldón—, de Valladolid.

Ya sé, ya sé que lo del puto amo no lo ha inventado Puente. Por favor. Fíjense que se ha escrito que el Puto Amo de los Mentirosos (PUAME) fue un jesuita toledano del siglo XVI, Jerónimo Román de a Higuera, que en un cronicón se inventó Reyes y un viaje de Mahoma a España. Muchos han utilizado esa ambigua expresión antes de él. Citaré sólo a un preferido, Jesús Fernández Úbeda, que se lo largó con buena leche a su gran Enrique Bunbury. Es más, se ha dicho que lo del puto amo es una exclamación genuinamente creada por la juventud española.

Llevo ya varios días meditando sobre esto del puto amo y sus posibles implicaciones metafísico-políticas. Hago deducciones en cascada: si Sánchez es el puto amo del cotarro del poder mundial, será el superputo amo de España (¿Y Puigdemont y Otegui?) y no digamos nada del PSOE, donde están en un tris de lanzar una tirada de estampitas con jaculatorias. Pero si hay un puto amo, ¿qué pintamos en esta democracia los ciudadanos y las instituciones? ¿O es que en la democracia puede elegirse hasta a un puto amo?

No sé ustedes, pero yo estoy deshecho de tanto darle vueltas a esto del puto amo, que no sé si crucifica, santifica o certifica lo que se nos viene encima.

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