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Javier Somalo

Catalonia is not Europe

España ya está rota.Gracias a la acciones y omisiones de izquierda y derecha y al decidido impulso de Zapatero y Sánchez dos regiones ya no son España

España ya está rota.Gracias a la acciones y omisiones de izquierda y derecha y al decidido impulso de Zapatero y Sánchez dos regiones ya no son España
Asistentes al acto final de campaña de JxCat en Elna (Francia). | EFE/David Borrat.

Decían que eso de que "España se rompe" era un bulo del nacionalismo español o del españolismo o como quieran llamar al hecho de cumplir la ley y defender la Constitución española. Como de costumbre, ha sucedido ante nuestros ojos y todavía hay quien lo niega.

España ya está rota. Porque hay zonas en las que viven ciudadanos con menos derechos que otros, con leyes distintas. Porque nadie ha sido capaz de hacer cumplir la ley a unas administraciones que dependen del Estado central pese a que hay herramientas para hacerlo. Gracias a la acciones y omisiones históricas de izquierdas y derechas y, últimamente, al decidido impulso de Zapatero y Sánchez hay dos regiones que ya no son España: Cataluña y el País Vasco. Cuanto antes lo aceptemos, antes encontraremos un remedio para que los ciudadanos que tienen derecho a vivir en su tierra no sufran las consecuencias de hacerlo en un régimen totalitario.

Si Cataluña no es España, no es Europa ni lo será. Cataluña y el País Vasco aspiran a convertirse en enclaves privilegiados con un estatuto inédito dentro de Europa, cosa inimaginable. O bien, cambiarnos a la fuerza al resto de los españoles obligándonos a vivir en algún engendro confederal, cosa intolerable. El camino emprendido hasta ahora conduce al Estado fallido famélico asociado a la teta boba española.

Un régimen excluyente, profundamente racista y supremacista no es admisible bajo forma alguna, por creativa que sea, aunque sus popes crean brillar como una fulgurante estrellita dorada sobre fondo azul. Estrella amarilla y cosida a la manga, más bien. El separatista no entiende de pertenencias y Europa debe comprenderlo antes de meterse y meternos en un serio problema de seguridad.

El pretendido Estado catalán, igual que el vasco, será fallido, peligroso, base de conflictos internacionales con intereses de servicios de inteligencia extranjeros, como los de la Rusia de Putin para empezar. Y todo en el corazón de la Europa que se deja llevar, inerme, por extremismos, nacionalismos y antisemitismos.

Escenarios electorales y lo que pudo haber sido…

Hoy ni siquiera sabemos bien cómo se va a usar el resultado electoral. Si será un gallito de Sánchez a través del PSC de Salvador Illa para creerse que gana algo en algún sitio, o una especie de consulta-trampa sobre el separatismo o simplemente un pulso personal entre Puigdemont y Sánchez, el que quiere entrar pero no puede y el que no quiere salir pero se le complica. Quizá el único lugar común en el que podrían resolver sus diferencias o entrar en armonía sería en un banquillo, tan eludido como merecido por ambos. Con eso se resolverían los problemas de muchos españoles.

Si sale victorioso el PSC no hay garantía alguna de constitucionalismo, será una pésima noticia que alimentará unas pocas horas a Narciso, marido de Begoña, porque Puigdemont ya ha dejado claro que Salvador Illa es un muñeco electoral, no un candidato. La suma tiene que favorecer al rebelde o se acabará la legislatura en Madrid del partido que el golpista prófugo ha llamado "el de la cal viva" como advertencia. Esto no significa mucho a corto plazo pero no cabe duda de que sería el borrador de la carta de despido para Pedrito Piscinas.

Si vence el transpirenaico prófugo y puede formar gobierno con la ERC y la CUP también será desastroso para España porque el PSOE hincará la otra rodilla y besará la estelada hasta que el farolero de La Moncloa consiga los apoyos para no soltar las llaves del Falcon.

El problema es cómo hemos llegado hasta aquí cuando hubo una posibilidad de mantener la unidad. Si en el País Vasco el pacto Mayor Oreja-Redondo Terreros auditado por Fernando Savater —aniquilado por ese PSOE bueno de González con la ayuda del falso converso Cebrián— pudo ser el fin del separatismo gobernante, en Cataluña Ciudadanos corrigió la deriva del PP y aunque ganó sin poder gobernar podría haber crecido y convencido a más votantes. Pero la única suma hasta ahora ha sido de fracasos. El exilio fue y sigue siendo el arma del separatismo golpista.

Echemos un vistazo a la derecha no nacionalista —el origen del nacionalismo catalán y vasco es su derecha católica— en datos electorales, desde la llegada de la democracia:

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Con todos los ajustes que se requieren y sin pretensión científica alguna, el vistazo es desolador. Sobre todo si seguimos la pista a la dramática curva desplomada de Ciudadanos: 3-9-25-36-6… Es evidente que el centro derecha, o mejor, el constitucionalismo del que ya no forma parte el PSC no ha sabido afrontar el problema, la demanda de la sociedad catalana no separatista. Había un voto favorable en Cataluña que pudo haber crecido. Lo han echado ya. Y el socialismo se ha borrado de la causa para sujetarse al poder. Ciudadanos tuvo su culpa por equivocar las pretensiones y mezclarlas con las ambiciones personales; el PP, por el abandono que hizo nacer a Ciudadanos. Hay muchas culpas que ya campan a sus anchas por media España.

La Cataluña que ansía el separatismo y todo aquel que la propicia es un serio problema también para Europa. No cumple la ley sino que genera una propia, incompatible con el ordenamiento jurídico nacional y comunitario. Y lo que casi siempre se olvida: persigue a los ciudadanos que no comulgan con su régimen. A individuos y a empresas, hasta echarlos de sus casas. A los medios que lo denunciamos.

Por eso las urnas catalanas, como las del País Vasco, ponen en peligro la libertad. Porque han expulsado el voto que hacía frente al supremacismo separatista. Es por esto por lo que merece la pena luchar, por personas con nombres y apellidos que son víctimas de un régimen que les obliga a hablar, escribir, comprar, vender y pensar de una manera determinada. Una manera excluyente que no se da en ninguna otra parte del mundo y que, además, condena al individuo, adoctrinado desde la infancia, al ostracismo gris de las dictaduras.

Lo que suceda este domingo es un problema nacional y habrá que afrontarlo, si llega el momento, sin tentaciones de negociación, de "encaje" o de "resolución del conflicto". Son ilegales. Si vuelven los legales y votan en libertad a lo mejor España vuelve a ser España. A Europa también le interesa.

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