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Miguel del Pino

Vistahermosa: la raíz del toro bravo moderno

La raíz de Vistahermosa, la de los toros negros de Andalucía, es la esencia de la mayor parte de los encastes y ganaderías actuales del toro bravo.

Estamos en condiciones de asegurar que, ni el Presidente Sánchez ni el Ministro Urtasun asistirán a las corridas de toros de la Feria de San Isidro, lo que asegura que la Plaza de las Ventas será, para quienes lo hagan, una confortable isla de libertad.

Para encontrar las raíces del toro de lidia cuya selección ha conducido al toro de nuestros días, tenemos que volver a las tierras sevillanas de Utrera, donde también encontrábamos las correspondientes de la Casta Vazqueña. Utrera es la verdadera cuna del toro bravo, con perdón de Jerez y su bellísima Cartuja, cuyos frailes también fueron excelentes cuidadores del toro y el caballo.

Es la raíz de Vistahermosa, la de los toros negros de Andalucía, la esencia de la mayor parte de los encastes y ganaderías actuales del toro bravo. En sus comienzos coincidió con los toros "vazqueños", "miureños", "jijones" y otros, como los del Raso del Portillo o los navarros de Carriquiri, que se fueron poco a poco marchitando o llegando a la extinción, por no adaptarse a la evolución que fue experimentando el toreo a lo largo de su historia.

La principal característica de los toros de Vistahermosa, que motivó su prevalencia ante encastes competidores, fue la forma de embestir que en el mundo taurino se llama "nobleza", y que en pura definición de conducta animal definiríamos como "fijeza", es decir, la embestida fija, con pocos derrotes y empuje por derecho. Hay que recordar que esta conducta, especialmente importante para el moderno toreo de muleta, es la que, en plena naturaleza, permite a los machos que compiten por el liderazgo empujarse sin herirse en el combate. Como en el caso de los ciervos que pugnan tras la berrea, convertir la pelea en algo ritual, no lesivo, es una cualidad digna de premio en la carrera evolutiva.

El trapío, es decir la cualidad de belleza de los toros de Vistahermosa, ha ido evolucionando a una uniformidad más constante que la de los toros de otras raíces, recordemos la multiplicidad de pelajes de los primitivos toros de Vázquez de tiempos goyescos. Es cierto que en los actuales encastes derivados de la raíz Vistahermosa, con su predominante pelo negro, aparecen ejemplares colorados, jaboneros, berrendos o ensabanados, pero casi siempre esta variabilidad reconoce ancestros de la raíz vazqueña hoy en minoría.

Los Condes de Vistahermosa

Fueron tres los que ostentando este título se dedicaron en tierras de Utrera a la crianza y selección de reses para la lidia, descendían del título concedido a Pedro Luis de Ulloa, bautizado en Utrera en 1637.

El primer Conde de Vistahermosa adquirió ganado de unos ganaderos de Dos Hermanas, apellidados Rivas, que gozaban de prestigio para el suministro de toros para Fiestas Reales celebradas en la Maestranza, como las celebradas con motivo de la coronación de Fernando VI. Lo anterior a estos datos, como la procedencia de aquellos toros fieros, negros y de embestidas fijas, o si se quiere "nobles", permanece en la actualidad en el misterio.

Fue breve la vida como ganadero del primer Conde de Vistahermosa duró pocos años como ganadero; le sucedió su hijo Benito Ulloa y Halcón de Cala, que fue quien seleccionó y mejoró la vacada durante 25 años de constantes éxitos. Tras adquirir bajo su cuidado el máximo prestigio, los "Condesos" se presentaron en Madrid el 2 de agosto de 1740.

Muere el segundo conde el 17 de noviembre de1800, y le hereda su hermano Pedro Luis. Tercer Conde de Vistahermosa.

Llega en tales circunstancias la Guerra de la Independencia y con ella algo que sin duda entusiasmaría al Ministro Urtasun: la prohibición de las corridas de toros que previamente había ordenado Carlos IV. El prestigio que habían adquirido previamente los "toros negros andaluces" les permitió sobrevivir a estas crisis, y el sufrido Conde falleció en 1821, con la satisfacción de haber sabido conservar el tesoro ganadero heredado.

Tras un breve paso por las manos de la heredera, Doña Luisa, el condado pasó a su primo Juan José Ulloa y Ponce de León, primer Marqués de Casa Ulloa. Los "Vistahermosa" habían sobrevivido y se hacían con el cetro de los encastes ancestrales del toro bravo.

Del árbol fundacional vistahermoseño han brotado las numerosas ramas que conducen a las diferentes ganaderías actuales; hoy podemos hablar de verdaderas subrazas "vistahermoseñas", todas con el mismo tronco común.

El cauce general de esta corriente ganadera se divide en dos ramas principales. La primera sigue el trazado de un curiosísimo personaje conocido como "El Barbero de Utrera", la segunda arranca de una familia vasca asentada en Andalucía, los Picavea de Lesaca.

El curioso personaje que fue muy popular con el apodo de "El Barbero de Utrera" fue quien adquirió la mayor parte de la vacada de Vistahermosa, así que tales toros pasaron de ser conocidos de "condesos" a "barberos". El tal barbero, del que no hay pruebas de que esta fuera su profesión, falleció a los 56 años en 1834. Su hija, María de la Concepción, que murió muy joven, transmitió la ganadería a su esposo, un aristócrata que la sobrevivió, José Arias de Saavedra y Ulloa. De él pasó a la familia vasca de los Murube, un nombre ya popular entre los aficionados actuales.

La segunda rama de la corriente vistahermoseña cae en manos de la familia Picavea de Lesaca, originaria de tal localidad vascongada y asentada en Jerez de la Frontera; en el escudo nobiliario de la misma figuraba un toro blanco sobre campo azur con campanilla de plata. ¿Porqué no pensar que tal recuerdo motivara la preferencia de estos ganaderos por los pelajes más claros, como los cárdenos? En cualquier caso, si los "saavedreños" predominaban en pelos negros, los "lesaqueños" abundaban en cárdenos, dominantes en sus descendientes de Saltillo, que fueron la base de la extensión del toro de lidia a tierras mexicanas.

De estas dos ramas derivarán las siguientes familias de los toros de Vistahermosa, multiplicados en encastes y familias cuyos nombres son bien conocidos por los buenos aficionados. Su evolución y su epopeya hasta tiempos actuales bien merecerán un nuevo capítulo en nuestro estudio de las raíces fundacionales del toro español de lidia.

Miguel del Pino Luengo, catedrático de Ciencias Naturales.

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