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Miguel del Pino

Los miura: toros de leyenda

Frailes y ganaderos

Frailes y ganaderos
Entrada a la finca de Miura | Miura

Los actuales toros de Miura, radicados en la finca sevillana de Zahariche, son diferentes al resto de los toros de lidia tanto por su morfología como por su comportamiento.

Los miura son grandes y "pesadores", pero no por su volumen sino por el tamaño de su osamenta, su alzada y lo estilizado de su porte; el cuello, muy largo, que prolongan todavía más en sus características embestidas, son santo y seña de esta casta legendaria.

La leyenda de los "miura", como toros especialmente peligrosos y letales para los toreros, se cimenta desde el 20 de abril de 1862, cuando al presentarse la ganadería en Madrid, "Jocinero" inaugura la lista trágica de lidiadores fallecidos en sus astas, al herir mortalmente al cordobés Pepete; pero cuando el nombre y la divisa de la ganadería miureña se elevan a la cumbre de la tragedia, es con la cogida mortal de el Espartero en las astas del colorado "Perdigón", también en la plaza de Madrid. Por si fuera poco también era de Miura "Islero", que mató en Linares a Manolete, máxima figura de toreo en la primera mitad del Siglo XX.

A pesar de semejantes tragedias sería injusto asociar la fama de estos toros solamente a la crónica negra del toreo; también muchísimos éxitos que han encumbrado a la gloria a innumerables toreros se han conseguido con miuras. Señalemos en suma lo variado de su comportamiento y su trapío imponente y distinto del resto de los encastes.

Gallardo-Cabrera-Miura

Para buscar las raíces de la "Casta de Cabrera", para situar a los primitivos toros de Miura tenemos que remontarnos a los comienzos del Siglo XVII y a los conventos de frailes que tuvieron ganados de diferentes procedencias, tanto en Sevilla como en la llamada Baja Andalucía, en tierras sevillanas y gaditanas. Los frailes no fueron solamente ganaderos de toros bravos, sino también de caballos de pura raza española, o andaluza, como también se denominaban.

Lo más probable es que los toros de los frailes procedieran de los diezmos que percibían de los ganaderos particulares: particular fama obtuvieron como ganaderos los frailes de la Cartuja de Jerez, llamados por ello toros o caballos "cartujanos". También adquirieron fama los toros de los conventos sevillanos de San Hermenegildo (jesuitas), Santa María (cartujos) y San Jacinto (dominicos). Fueron muchos los frailes ganaderos andaluces y es obligado recordarlo.

Una familia andaluza apellidada Cabrera consta como poseedora de ganado bravo procedente de cartujos y dominicos de Cádiz y Sevilla, a partir de 1740. El ganadero más importante de esta familia fue don José Rafael Cabrera y Angulo, nacido en Arcos de la Frontera en 1738, cuyos ganados residían en pastos sevillanos de Utrera.

Por otra parte, reses andaluzas y fraileras adquirieron unos hermanos, apellidados Gallardo, al clérigo roteño Marcelino Bernaldo de Quirós, cuyo origen se remontaba a los cartujos jerezanos; suele hablarse por tanto de la raíz Gallardo-Cabrera, diferente de las de Vistahermosa y Vázquez: esta raíz conducirá por separado a los toros de Pablo Romero y Miura respectivamente.

Centrándonos en la raíz Cabrera, tras tres matrimonios sucesivos de don José Rafael Cabrera, su descendiente doña Jerónima, a los 92 años, vende la vacada al sevillano Juan Miura, el 4 de noviembre de 1852. Ya tenemos el legendario apellido en la historia del toro bravo.

Sintetizando todo lo posible la genealogía de los miura, en su formación intervienen varios factores con tres líneas principales: Gil Herrera-Miura; Alvareda Miura y Núñez de Prado-Miura.

La familia Gil-Herrera prestó toda su atención al encaste "Gallardo", hasta que transfirió en 1842 a don Juan Miura, quien los presentó en Madrid el 30 de abril de ese mismo año.

En sus comienzos la ganadería de Miura recibió algunos aportes de reses de Vistahermosa, con sementales de Arias de Saavedra y algunas "gotas" vazqueñas, pero los sucesivos miembros de la familia Miura han limitado mucho los cruces manteniendo unas características de uniformidad que llegan hasta la actualidad, si bien con diversificación en multitud de pelajes, incluyendo los sardos y salineros, escasos en toros de otras procedencias.

Verdaderos caballeros andaluces, los sucesivos ganaderos propietarios del legendario hierro de la "H con asas" han sabido mantener hasta la actualidad un encaste propio del que han salido contadísimas ramas, alguna de ellas a la vecina Portugal; el encaste Miura es un verdadero tesoro genético que es necesario mantener y proteger con indiferencia de la prevención que hayan despertado en tantos toreros a lo largo del pasado Siglo XX. Prácticamente hablamos de una subraza del toro de lidia diferente al mono-encaste que se impone en la actualidad y a los demás encastes residuales diferentes.

Y con independencia de su leyenda, no siempre justificada, pues siendo cierta la particular dificultad de su lidia, en muchísimas ocasiones el encaste ha producido ejemplares extraordinarios.

En la variedad, está el gusto.

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales.

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