
Qué hubiera dado Pedro Sánchez por estar en el 80 aniversario del desembarco de Normandía en la playa de Omaha junto a Biden, Macron, Trudeau y todos los jefes de Estado y de Gobierno que representaban a los aliados en la Segunda Guerra Mundial contra el régimen de terror de Hitler. Completo la frase: qué hubiera dado por estar allí a sólo tres días de que los españoles vayan a votar en unas elecciones europeas. Porque estas elecciones son para el presidente y su Gobierno un asunto capital, un asunto incluso de vida o muerte. Las autonómicas gallegas, vascas y catalanes importaban mucho y por eso hicieron campañas como si no hubiera un mañana, salvo en las vascas. Pero las europeas son las primeras a escala nacional. El valor electoral de una foto en Normandía hubiera sido inmenso. Claro que a tanto no llegan los poderes de Moncloa. En su lugar, prepararon una foto contra Israel.
Paradojas del imperio de la manipulación política. Mientras en Normandía, gobernantes del mundo libre conmemoraban la lucha contra el nazismo, en España, el Gobierno atacaba moralmente a Israel, fundado después de aquella guerra y refugio de supervivientes del Holocausto. El anuncio de que España se suma al procedimiento por genocidio contra Israel incoado por Sudáfrica, viejo y fiel ayudante de la OLP, no se ha hecho por casualidad en vísperas de las europeas. El reconocimiento del estado palestino ya se organizó para que cuadrase diez días antes de esas elecciones, pero el votante tiene mala memoria. Convenía reactivarla y recordar al elector que debe votar contra Israel y el malvado Netanyahu, eligiendo la papeleta socialista.
La campaña socialista real, no la de los mítines de una estridente Ribera, se centró en dar al presidente del Gobierno el lustre de estadista que se implica en los graves conflictos que atormentan al mundo. Para eso, las actuaciones contra Israel, a las que hay que sumar unos actos en el Congreso, hace pocos días, para enaltecer la masacre de Hamás. Por mucho menos, en los Estados Unidos tuvieron que dejar su cargo las rectoras de algunas de las principales universidades. Pero como había que compensar el marcado sesgo antiisraelí, se anunció la ayuda militar a Ucrania, de volumen sin precedentes, aunque ya se verá, y se trabajó la foto de Sánchez con Zelenski, todo siempre en el justo punto electoral.
Los socialistas han hecho del Gobierno una máquina electoral y nada más que eso. El negocio de la investidura de Sánchez ha salido de tal manera, que buscan constantemente una dosis extra de legitimación. Necesitan el refrendo de lo que han tenido que hacer desde el 23J y lo buscan en las urnas autonómicas de aquí y de allá, en las europeas o en las que sean. Reducen a plebiscitos todas las elecciones. Al menos hasta que no las pierden. Aunque no son muy exigentes: con un voto más ya dan por emitido el cum laude. La máquina electoral planifica y produce, pero también ingiere, manipula, tritura. Todo le sirve, también lo que le perjudica, como lo de Begoña Gómez. Las europeas son para los socialistas tan poco europeas que están pidiendo que se vote contra la imputación de Gómez. Defender a Gómez es defender la democracia, ha venido a decir la candidata Ribera. Qué maravilla. Qué extraordinario. El domingo también tenemos plebiscito sobre la mujer del presidente.
