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La tragedia de Carme Forcadell: en castellano, por favor

No se da un golpe de Estado y se consigue una amnistía para que al final te hablen en español en una tierra que consideras tuya en sentido estricto.

No se da un golpe de Estado y se consigue una amnistía para que al final te hablen en español en una tierra que consideras tuya en sentido estricto.
Carme Forcadell. | EFE

La señora Carme Forcadell pasó unos cuantos años en la cárcel por el golpe de Estado separatista. Venía de ser la presidenta de la Assemblea Nacional Catalana primero y presidenta del Parlamento de Cataluña después. A tenor de sus declaraciones durante el juicio en el Tribunal Supremo cabía pensar que doña Carme era una completa ignorante que hacía lo que le decían y que no sabía que dar un golpe de Estado era delito. Pobre señora. Daban ganas de mandarle un fuerte abrazo. Claro que después se acordaba uno de sus declaraciones supremacistas y de sus arengas antiespañolas en los mítines indepes y se superaba el momento de flaqueza.

Forcadell fue la menos mediática de los presos y presas independentistas y al salir de prisión nadie le reclamó que siguiera en primera línea. Por lo que fuera no era popular entre los suyos hasta el punto de haber sido abucheada en una manifestación separatista tras obtener el indulto. Pero lo peor estaba por llegar.

Tras haber sacrificado su vida por la república catalana, entregado su alma a Cataluña y sufrido toda clase de penalidades, cárcel incluida, doña Carme ha sufrido la peor pesadilla que le puede pasar a un catalanista. ¿Que no tenían la carta en catalán en un restaurante? No, aún peor. Ella misma lo explica en un dramático mensaje en la red social X. La traducción al español del texto en catalán es la siguiente: "Acabo de llamar a un hotel de Figueras para reservar una habitación y me he quedado de piedra. Después de decir buenas tardes me han dicho: 'En castellano, por favor'. En Figueras. Es desesperante. Evidentemente no he reservado habitación".

Terrible. Lamentable. Ese planchazo a una de las madres de la república de los ocho segundos. Bona tarda, dice ella. En castellano, le responde una voz. Peor hubiera sido que en vez de "castellano" le dijera "español". No es cosa de risa. No se da un golpe de Estado y se consigue una amnistía para que al final te hablen en español en una tierra que consideras tuya en sentido estricto.

Más de un tuitero se ha acordado de cuando Forcadell dijo en el Supremo que no le importaba hablar en castellano, sino todo lo contrario, porque era el idioma de la mitad de la gente de su "país". Estaba bajo presión, es cierto. No se la puede juzgar por eso. Ni tampoco amnistiar.

Le han amargado la concesión de la amnistía. Una auténtica tragedia catalana.

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