
Aunque no era muy tarde, ya había oscurecido en Madrid. La ciudad bullía preocupada a partes iguales por el horizonte penal del novio de Ayuso y el destino del Atlético de Madrid en la Champions. Mientras empieza a rodar el balón por el pasto, El Mundo cuelga en su web la noticia de que la Fiscalía ofreció a la pareja de la querida presidenta madrileña un acuerdo para que admitiera la comisión de un delito fiscal. La noticia deja al Gobierno a los pies de los caballos tras haber filtrado a la prensa que el empresario madrileño está siendo investigado por evasión de impuestos. Casi a la vez, el Inter de Milán se adelanta en el marcador y encarrila la eliminatoria a su favor.
A la vista de lo publicado por el odiado periódico, la fiscal Rodríguez llama indignada a su jefa, la fiscal Lastra y le propone publicar los correos electrónicos que demuestran que no fue la Fiscalía la que ofreció el trato, sino el abogado del supuesto evasor. La superior jerárquica le pide que se sosiegue y que espere al día siguiente, cuando todo se vea con más claridad. Pero la fiscal Rodríguez no puede esperar tanto tiempo ante la ignominia y llama al fiscal Salto, que se ocupa del caso y es subordinado suyo, y le ordena que inmediatamente, sin excusa ni pretexto, le reenvíe los correos electrónicos que demuestran la falsidia, que diría Muñoz Seca, de Ayuso y de su novio. El fiscal, espectador no sólo del drama que vive la Fiscalía, sino también del que asola al equipo de sus amores, pues asiste en directo al duelo en el Metropolitano, se ve obligado a abandonar el estadio para cumplir la impertinente orden. A las diez de la noche, los correos han sido enviados. El hombre se pierde la remontada de su equipo y las crónicas no cuentan si volvió a tiempo de asistir a la tanda de penaltis que finalmente salvó al Atlético de Madrid.
Lo que sí se sabe es que muy poco después de que el Pupas salvara el pellejo ante la correosa squadra italiana, la Ser publica uno de los correos cruzados entre el fiscal y el abogado que defendía al novio de Ayuso. Y no sólo, sino que informa a sus oyentes de que la Fiscalía difundirá al día siguiente un comunicado de prensa desmintiendo las informaciones de la presidenta de la comunidad. En efecto, el gabinete de comunicación de la Fiscalía General del Estado, tras pasar la noche de claro en claro, a las seis y pico, envía al jefe de prensa de la Fiscalía Superior de Madrid una nota para que sea repartida a los periódicos aclarando la verdad de la historia, que fue el novio, y no ellos, el que propuso un acuerdo para no ir a la cárcel. El periodista, estupefacto y empalidecido, le dice a su jefa, la fiscal Lastra, que antes de cometer aquel desmán, prefiere dimitir. La fiscal comunica a su jefe, el fiscal general, su misma negativa a cometer un delito de revelación de secretos, pero él le ordena hacerlo por "imperativo", que es como mandar que lo haga por sus Quiñones, que diría igualmente Muñoz Seca. Al final, la nota, una vez desbastada, se difunde sin evitar lo esencial del delito de revelación, ya que hace públicas unas comunicaciones confidenciales entre defensa y fiscal.
El coraje del Atlético salvó el honor de los colchoneros y el delito cometido por la Fiscalía quizá salve también al novio de Ayuso. Y todo en una doble tragedia desarrollada simultáneamente en este Madrid que Pedro Sánchez quiere bombardear con obuses de 155 mm. hasta que no quede un ladrillo encima de otro. Que Dios y Santa Isabel nos protejan.