
El presidente del Gobierno no es precisamente un hombre pulcro y aseado en términos morales y de conducta. Se nota en su desempeño público, en sus actuaciones, gestos y movimientos, así como en sus palabras y en sus anuncios. Hablamos del presidente del Gobierno que se cree el Jefe de Estado, que se siente por encima de Felipe VI, a quien intenta ningunear siempre y en todo momento. He ahí a ese hombre recibiendo al Rey con las manos en los bolsillos en la entrega del último Premio Cervantes. O aquella vez que se le ocurrió ponerse al lado del monarca y de doña Letizia para dar la mano a las autoridades en la recepción de la Fiesta Nacional de 2018. Hay que ver la cara de espanto que pone Begoña Gómez cuando el personal de protocolo conmina a su maridito a salir de ahí cagando leches. Poco se puede esperar de alguien que se comporta así en público, que carece del más elemental sentido del ridículo y además tiende a la mala educación.
Trasladadas esas maneras al terreno operativo, el retrato de Sánchez es aún más desfavorable. Ahora pretende coser a multas y asfixiar financieramente a los medios que informan de las actividades de su señora. Acción, reacción. Sánchez es muy primario y muy primitivo, nada dotado para el disimulo. A la mínima contrariedad se le disloca la mandíbula, señal más que evidente de su intolerancia a la frustración. No admite que se le contradiga y no acepta un "no" por respuesta. Ha enfilado a los medios que informan de los negocios de su esposa y como no puede desmentir las informaciones pretende cerrar las empresas que las difunden.
En su cabeza suena genial, pero a Alvise sólo le falta salir la tele con un rótulo que ponga "patrocinado por Pedro Sánchez" mientras que el ministro Óscar Puente eleva a un joven llamado Vito a la categoría de mártir de la libertad de prensa al tacharle en público de "saco de mierda". Vamos, hombre, un poco de rigor. Ni Trump es tan burdo.
Y este Sánchez que habla de ética periodística (hay que joderse) viene de decir que si ERC vota a Illa para presidente de la Generalidad concederá a Cataluña una financiación "singular". Hasta Carles Puigdemont se ha escandalizado. Los Gambino y los Mangano, también. ¿Cómo se puede ser tan obvio?
Sánchez presenta la oferta en el periódico de la burguesía del procés para que se entienda mejor. Y como sus modales son los que son no le importa dar a entender que Salvador Illa, el primer secretario del PSC, no es absolutamente nadie. Sánchez tiene muy claro que Cataluña se ha convertido en el granero de votos del sanchismo, no del PSC. De modo que Illa no es más que un peón, cosa de la que hay que tomar nota en medio de las presiones de Puigdemont para ser presidente de la Generalidad a cambio de que Sánchez siga en Moncloa.