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A toro pasado, lo de Francia

La política se está dejando de ver y practicar como un juego complejo que incluye elementos a medio y largo plazo.

La política se está dejando de ver y practicar como un juego complejo que incluye elementos a medio y largo plazo.
Macron. | EFE

La decisión de Macron de disolver y convocar legislativas se está juzgando como un desastre, una vez a la vista el primer resultado. "Macron lo tenía todo o casi todo. Lo ha perdido todo", editorializaba Le Figaro. Parecido juicio emiten todos los que saben lo que había que hacer y lo que no había que hacer… a toro pasado. La cuestión es de interés porque muestra, de nuevo, cómo la política se está dejando de ver y practicar como un juego complejo que incluye elementos a medio y largo plazo. Ahora, en el cambiante tablero de la política espectáculo, sólo se trata de ganar la partida del momento, de hacerse con el poder o mantenerse en él, no importa cómo, no importa el precio. Y toda maniobra que logra ese objetivo se celebra como audacia inteligente. Estamos entronizando la lógica del pillaje.

Para valorar si Macron hizo mal o no se tendrá que tener en cuenta algo más que el resultado final de su decisión. Habrá que considerar que su programa y su proyecto se encontraban prácticamente bloqueados y que veía venir un bloqueo aún mayor de los distintos grupos de oposición a la hora de los presupuestos. Cierto que podía haber seguido adelante en esas condiciones insalubres, como hace un Sánchez, que lo mismo renuncia a los presupuestos que retira leyes por falta de mayoría, y trampea cada día para llegar al siguiente. Pero no todos los políticos son iguales.

El horizonte de las presidenciales, a las que Macron, agotados dos mandatos, no se presentará, hay que mirarlo también con atención. Porque continuar como si nada de aquí a entonces hubiera permitido que continuara también como si nada el crecimiento de los "extremos", en especial, el partido de Le Pen, y que Marine pudiera ganar, sin despeinarse mucho, la presidencia de la República. El famoso cordón sanitario tiene estas cosas. Acaba por no hacer efecto o por beneficiar al acordonado: los partidos de protesta viven mejor fuera de las responsabilidades de Gobierno.

¿Habrá cohabitación? No es imposible, y si la hay, se podrá contrastar la retórica del partido de Le Pen con la realidad. Si esto ocurre, veremos aquí titulares aterrorizados tipo "el mundo en vilo", Sánchez se aprenderá el nombre de Bardella y lo pondrá en el cartel del museo de los horrores ultras que le sirve de cartel electoral. Pero el presidente español espera, porque esperanza tiene, que gane ese Nuevo Frente Popular que reúne a la extrema izquierda y a la socialdemocracia in extremis —dicen que se ha recuperado, pero debe ser la mejoría de la muerte—, y que cuenta con candidatos con tanto gancho como el expresidente Hollande. Es más o menos como su Frankenstein y hasta hay metido un partido separatista (Euskal Herria Bai). Pero por eso mismo va a ser difícil que consiga votos del centro y la derecha tradicional. En cualquier caso, Macron, al convocar, sabía perfectamente que el resultado más probable de la primera vuelta era el que ha sido. En Francia, las encuestas dan en el clavo.

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