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El diestro de Os Peares para, templa y manda en Las Ventas

Tiene su mérito que, entre tanto acabose, el señor Feijóo propusiese y el Gobierno aceptase pedir a la Comisión Europea su mediación para supervisar las negociaciones.

Tiene su mérito que, entre tanto acabose, el señor Feijóo propusiese y el Gobierno aceptase pedir a la Comisión Europea su mediación para supervisar las negociaciones.
Alberto Núñez Feijóo en el Congreso de los Diputados durante la sesión de control al Gobierno tras pactar con Pedro Sánchez el CGPJ. | PP

Nobleza baturra obliga. Esteban González Pons, el negociador del acuerdo firmado en Bruselas el pasado 25 de junio, todavía está pendiente de "recibir su Colacell". Cumple con todas las condiciones que le hacen merecedor según las distintas escuelas de pensamiento: para unos está necesitado después de aguantar dos años al triministro; para otros, se reconoce su trabajo. Es injusto que se lo enviasen a Bolaños y a él no.

Al día siguiente del deseado y feliz alumbramiento, numerosos ciudadanos pudieron descansar y hablar de otras cosas (recuerden a la exministra de Justicia Pilar Llop: "la gente habla en el metro de la renovación del Poder Judicial") y Alberto Núñez Feijóo concedió a Federico Jiménez Losantos la primera entrevista. Insistió el líder popular en una idea: "En mi discurso de investidura viene punto por punto cuál es mi propuesta para renovar el Consejo General del Poder Judicial y en esos puntos hallará la mayor parte del texto que ayer entró en la Cámara". Lo repitió en varias ocasiones. Efectivamente, así es. Pero no es del todo cierto… Lo que hizo Feijóo el 26 de septiembre de 2023, durante la primera sesión de investidura, fue desvelar lo mollar de la reforma pactada por el PP y el PSOE en octubre de 2022, cuya firma se fue al traste.

"Señorías, propongo aprobar la renovación del CGPJ a la vez que se registre en esta Cámara una ley de reforma del modelo de elección en la que los jueces elijan a los jueces y los juristas de reconocido prestigio se elijan en las Cortes Generales…". El discurso de Feijóo detalla el procedimiento que ha de seguirse: "Ambas cosas, los nuevos vocales y la nueva ley, deberían votarse y aprobarse el mismo día, una a continuación de la otra". Defiende la despolitización. "Señorías, no puede haber un ministro por la mañana y un fiscal general por la tarde". Y señala a quién le corresponde elegir al presidente del Tribunal Supremo: "No cabe negociar entre partidos, le corresponde al Consejo". Propuestas que se corresponden literalmente con los puntos quinto y sexto del Acuerdo del 25 de junio que recupera la normalidad institucional en el CGPJ y se propone mejorar la Ley Orgánica del Poder Judicial y el Estatuto Fiscal.

Recordarán ustedes que a finales de octubre de 2022 las negociaciones para renovar el Consejo estaban muy avanzadas. Mientras esto sucedía, el zascandil de Bolaños engañaba a los populares negando que trapicheaba con los independentistas catalanes la rebaja penal del delito de sedición. El presidente del Partido Popular comunicó a Pedro Sánchez que se suspendían las conversaciones. Rectificaba las declaraciones que dos días antes realizara la secretaria general Cuca Gamarra: "Son dos cuestiones distintas"; una no dependía de la otra. Feijóo entendió lo contrario. Paró y templó al morlaco.

El acuerdo, que estaba listo para la firma, (dejaba fuera del CGPJ a Victoria Rosell y José Ricardo de Prada), lo frustró la frivolidad de Bolaños, un abusón de la bilocación.

Después todo se complicó. Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas precipitaron el adelanto electoral para el 23 de julio. Sánchez se rindió a Puigdemont, volvió a pactar con Otegi. Enfangó a la sociedad con sus obsesiones, levantó un muro y parió un Alvise.

Tiene su mérito que, entre tanto acabose, el señor Feijóo propusiese y el Gobierno aceptase pedir a la Comisión Europea su mediación para supervisar las negociaciones. Fue una inteligente iniciativa para aflojar el tapón que bloqueaba al CGPJ. Lo anunció en el Congreso el 22 de diciembre pasado. Feijóo vio llegado el momento y dejó dispuesto el toro. Mandó. Algunos medios lo descalificaron: un error, una pérdida de tiempo. Pero así se triunfa en Las Ventas: a pesar de la afición, que tiene la ventaja de que nunca se pondrá delante del toro. A las pocas semanas, el comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, comunicaba a las partes que la Comisión Europea aceptaba. Las citó para una reunión en Bruselas. Cinco meses después se firmó el acuerdo.

En la tarde del 27 de febrero de 1977, en una casa aislada de las afueras de Madrid, se reunieron por primera vez Adolfo Suarez y Santiago Carrillo: "¿Vamos a hablar de política con P mayúscula o con p minúscula?", pregunta Carrillo. "No, con P mayúscula", contestó Suárez. Nuestra convivencia democrática arrancó allí. Llevamos tanto tiempo envenenados con mensajes de odio, con muros divisorios, que un acuerdo rutinario hace pocos años hoy se presenta como un suceso extraordinario. Confusos, los opinadores a cuenta de la Moncloa, y algún aspirante, decidieron que hasta nueva orden lo mejor era sacudir a Feijóo. Un tal Fuentes, que escribe entre hipidos, le tacha de paleto analfabeto al que le han dado el timo de la estampita.

"Lo que también es verdad es que hay el mismo número de gilipollas en el periodismo que en los hospitales". La sentencia, que no chiste, de Emilia Landaluce en la tertulia del pasado jueves en Casa de Herrero provocó un prudente: "No sé yo…", del director del programa. Estuvo desacertada doña Emilia con la comparación. En esos sitios que menciona no pueden permitirse el lujo de hacer gilipolleces.

Y faltaban los matasiete. Podemitas y voxeros destaparon el tarro donde guardan los "adjetivos superlativos que siempre hay que tener a mano, para exagerar" (Jesús Marchamalo) y se dieron un atracón: "El PSOE se ha rendido". "El PP ha consumado la traición". En el caso de Abascal resulta raro porque él votó a Feijóo en la investidura cuando hizo las mismas propuestas que hoy se firman. Estaría pensado en otras cosas y no cayó en la cuenta. Por ahora nos hemos salvado, pero no se fíen ustedes y estén atentos porque "negras tormentas acechan los tiempos…". Mientras, valoren el esfuerzo de un diestro que intenta hacer política pon P mayúscula.

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