
Las puertas de la cárcel de Sevilla son un festival socialista, la fiesta de la rosa. Por ahí desfilan hacia la calle todos los condenados de los ERE, los que trincaron manteca como para asar una vaca en un caso en el que había drogas, sexo y dinero público, pero no por ese orden sino al revés. Como dice el pueblo, malversación, no, lo siguiente, corrupción con alevosía, una cosa de locos que ha desembocado en el Tribunal Constitucional, para alegría y alborozo de los condenados. No hay nada como ser socialista en España. El antedicho tribunal con Conde-Pumpido al frente es la Casa del Pueblo de los siete niños de Écija, la mayoría "progresista".
El escándalo es casi igual de gordo y de parecida naturaleza al de la amnistía a los golpistas catalanistas. Políticos malversando el dinero público para apalancarse en el poder. Gente que no sólo se lo lleva crudo en sueldos, personal, recursos y presupuestos, sino que además parte, reparte y se queda con la mejor parte. Que no se preocupe Puigdemont. En cuanto su caso llegue al Constitucional se podrá pasear por las calles de Cataluña tranquilamente. Y por las de Sevilla si quiere. Hay que tener un poco de paciencia, eso sí.
De modo que el Tribunal Constitucional corrige al Tribunal Supremo, al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, a la Audiencia de Sevilla y a quien haga falta porque lo dice Sánchez y porque dispone de una mayoría de vocales a sus órdenes, de hinojos ante sus antojos. Y así es como los medios afines dicen que se acabará aplicando la amnistía, por los dídimos morenos de Conde-Pumpido, jefe del VAR para blanquear la corrupción y el golpismo, juntos o por separado.
El espectáculo es descarnado, sicalíptico y soez. Socialistas de los ERE absueltos por el Tribunal Constitucional y separatistas golpistas a la espera de que sus recursos lleguen a Conde-Pumpido para reírse del Tribunal Supremo. Dadas las circunstancias es absurdo que a Sánchez le preocupe tanto lo de su esposa. Como absurdo es que se pretenda asustar al juez del caso Begoña montándole campañas tan locas como la de los dos carnets de identidad. Vaya bulo, amigo Pedro. Con lo fácil que lo tienen la señora y su marido. No hay más que plantarse a las puertas de la cárcel de Sevilla para contemplar la procesión de la cofradía de los ERE en dirección contraria a la penitenciaría. ¡Viva el Constitucional y viva Puigdemont!