El expresidente estadounidense fue objeto de un atentado este pasado sábado, que estuvo a punto de costarle la vida. La bala destinada a matarlo rozó la oreja derecha del expresidente y los agentes del Servicio Secreto pudieron neutralizar al atacante, un joven de 20 años, al que se está investigando ante la posibilidad de que esté vinculado a alguna organización de índole terrorista.
El atentado supone un fracaso monumental del Servicio Secreto de la Casa Blanca, encargado de la seguridad del expresidente republicano, cuyos miembros no fueron capaces de identificar y eliminar una amenaza tan evidente como la de un tirador armado situado a cierta altura en los aledaños del lugar donde Trump daba un discurso al aire libre. Sin caer en las sospechas de conspiraciones, que en estos momentos carecen de sentido, es evidente que ha de haber una investigación a fondo para determinar por qué los servicios encargados de proteger al que podría ser próximo presidente de los Estados Unidos actuaron con una falta de rigor y profesionalidad tan abrumadoras, como ha quedado reflejado de manera exhaustiva en las imágenes ofrecidas por todas las televisiones.
Pero el intento de magnicidio pone de manifiesto también la extrema polarización de la vida política estadounidense, agitada a menudo por los medios y comentaristas de izquierdas, que han hecho de Trump un monigote al que masacrar con todo tipo de etiquetas en un intento de deshumanizar al que se ha convertido por méritos propios en la bestia negra del progresismo. En España tenemos también numerosos ejemplos de ese odio político desproporcionado hacia Donald Trump, muy presente incluso tras haber estado a punto de ser asesinado, un hecho terrible que, sin embargo, muchos lamentan únicamente porque el atentado puede beneficiar al expresidente en su carrera para volver a la Casa Blanca.
Trump será nombrado oficialmente, hoy lunes, candidato del Partido Republicano a las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre, en un acto en el que se decidirá también quién le acompañará como aspirante a la vicepresidencia. Es indudable que lo ocurrido este pasado sábado en Pensilvania va a tener importantes efectos en la carrera hacia la Casa Blanca, sobre todo si Trump ha de medirse finalmente a un candidato senil como Joe Biden, cuya imagen no deja de deteriorarse al mismo ritmo que su estabilidad física y mental.
Este acto de violencia política contra el candidato republicano va a polarizar todavía más una campaña electoral que ya se aventuraba muy intensa, por el grado de odio político y personal que los principales medios tratan de trasladar a los votantes más politizados. Estados Unidos, cuna de la democracia liberal, no puede permitirse esta degradación alarmante de su clima político, que ha desembocado en el intento de asesinato del principal candidato a la presidencia de la Nación.

