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Los venezolanos nunca olvidarán a Zapatero

A los que son como Zapatero y Monedero solo cabe achacarles cinismo, crueldad e intereses espurios con conocimiento de causa.

A los que son como Zapatero y Monedero solo cabe achacarles cinismo, crueldad e intereses espurios con conocimiento de causa.
Delcy Rodríguez y Zapatero en imagen de archivo | EFE

El ruso Isaiah Berlin se exilió cuando era niño, junto a su familia, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticos a Gran Bretaña. En Oxford encontró el hogar que no pudo tener en su patria debido a la represión de los comunistas. Como también a Hayek, la atmósfera social y cultural inglesa le parecía la más proclive al liberalismo. En una ocasión viajó por enfermedad a México para disfrutar de su calor. Lo que no se esperaba era el ardor de los mexicanos, a los que respetaba pero temía. El fuego de sus miradas le impresionaron al punto de que no creía que allí pudiese prosperar nunca una democracia a la europea. Demasiada sangre azteca.

Unos años después fue el alemán Günter Grass el que recomendó a los iberoamericanos que siguiesen el ejemplo de la Cuba de Fidel Castro. Grass defendía para su país, entonces la República Federal de Alemania, una socialdemocracia al estilo de Willy Brandt. Pero, como en el caso del liberal Berlin, pensaba que las sutilezas y complejidades del sistema liberal, entre la separación de poderes y el cambio de gobierno sin sangre, no enraizarían fuera de la Europa que había parido a Locke, Montesquieu y Tocqueville.

Estamos en 2024 y buena parte de los europeos siguen pensando en los latinoamericanos como si fuesen la versión morena del buen salvaje de Rousseau. Gente que lleva el baile en las caderas, pero a la que le falta la danza de las neuronas. El mejor chiste de Emilio Aragón es haciendo de general brasileño riñendo a las masas: "¡menos samba e mais trabalhar!", hasta que de tanto repetirlo coge el ritmo y termina él mismo bailando la samba.

Berlin y Grass son los intelectuales que están detrás de políticos de Zapatero y Monedero, defensores del chavismo que piensan que los discursos reguetoneros del dictador bolivariano están a la altura de unas masas que bailan al ritmo de la demagogia y el populismo. Como García Márquez y Cortazar respecto a la dictadura castrista, ahora los intelectuales occidentales de izquierda veneran a la república bolivariana de Maduro porque mientras viven en chalets con piscina y vistas en Galapagar se permiten el lujo de creerse todavía de clase trabajadora y revolucionaria. Son otros los que sufren sus ensoñaciones ideológicas.

Sin duda, había y hay en la izquierda gente que viste sinceramente camisetas con la efigie de Che Guevara: jóvenes ingenuos, idealistas y heroicos. En suma, ignorantes y estúpidos. Pero a los que son como Zapatero y Monedero solo cabe achacarles cinismo, crueldad e intereses espurios con conocimiento de causa. En los años 80, Vargas Llosa recriminaba a los intelectuales que aplaudían los regímenes terroristas de Fidel Castro en Cuba y Daniel Ortega en Nicaragua su negación de la democracia a la europea, liberal, a los latinoamericanos. Vargas Llosa se ha retirado de la arena publicada, pero los intelectuales de izquierdas inasequibles en su defensa de las tiranías con perspectiva de clase, de género, de lo que sea con tal de hacer sufrir, ahí siguen, impertérritos.

De todos modos, no es lo mismo Zapatero que Monedero. El segundo es un populista antiliberal en España y Venezuela. Alguien que quiere lo mismo para ambos países. Sin embargo, Zapatero jamás admitiría para su país una degeneración democrática como la que sufre Venezuela a manos de su protegido Maduro. El asalto a las instituciones que Sánchez está llevando a cabo (CIS, Tribunal Constitucional, RTVE, Museo Reina Sofía, etc.) lo empezó Zapatero, pero la conversión del Estado español en una entidad extractiva está al nivel de Estados Unidos y Hungría, mientras que Venezuela juega una liga entre Cuba e Irán, con Rusia al fondo.

Astuto como es, y con el instinto de supervivencia de aquellos que dicen aspirar a supervisar nubes mientras se enriquecen montados en una mina de oro, Zapatero ha estado en un segundo plano en su visita a Maduro con motivo de las últimas elecciones. Pero la memoria histórica de los venezolanos será implacable con él y todos aquellos españoles que fueron a robarles su pan, su dignidad y su futuro. Con la labor de rapiña de los recursos de Venezuela y su complicidad con la persecución al pueblo venezolano rebelde, Zapatero se ha convertido en el dirigente político más despreciable de toda la historia de España. La mirada de fuego que Berlin vio en los mexicanos era de la desesperación y la indignación ante un sistema que los machacaba y explotaba. Berlin no supo verlo, entre la indiferencia y el miedo, y los despachó como incapaces de democracia. La mirada que los venezolanos dirigirán a Zapatero será mucho peor porque el dirigente socialista español ha sido parte activa en el robo del patrimonio económico, cultural, social y político de Venezuela. Y eso es algo que jamás olvida un pueblo.

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