Sería difícil escoger, pero de todas las barbaridades que se le han ocurrido a Gustavo Petro en estos dos años de gobierno, la de las inversiones forzosas podría ser la peor por las intenciones que se ocultan tras esa política y la cascada de efectos que se producirían, con consecuencias pavorosas para la economía.
Y es que si bien reactivar la economía es una urgencia para el país, y un propósito plausible, suena sospechoso y contradictorio que un gobierno que apuesta por el decrecimiento se muestre empeñado ahora en poner a funcionar la máquina a toda marcha después de que ha hecho trastabillar a varios sectores productivos, como el de la minería, el de vivienda, el de exploración de hidrocarburos, el de infraestructura, el comercio, la industria manufacturera y otros. Prácticamente, nadie se salva.
En realidad, parece sencillo y lógico que un gobierno cualquiera acuda a la banca privada a solicitar en crédito los ahorros consignados por los cuentahabientes, dineros que generalmente están quietos por muchos años, para invertirlos o para prestarlos a sectores que no encuentran créditos baratos y luego reintegrárselos a la banca logrando una dinámica circulación del capital en la economía.
Sin embargo, se generan temores cuando un gobierno es tan corrupto como el de Petro, además de ser malo para planificar, de ser pésimo para ejecutar, de ser bueno para derrochar…. Se generan temores porque es poco creíble que el gobierno de Petro reintegre esos dineros aun sin pagarles a los bancos la modesta cuantía por intereses de la que se habla.
Eso sin mencionar que en innumerables ocasiones se ha demostrado que el Estado es muy malo para direccionar inversiones mientras que los individuos suelen encauzar sus propios recursos con mejores efectos para la economía en general y para alcanzar sus metas personales en particular. Es decir, son las libertades económicas las que permiten aunar el esfuerzo de los individuos y no el intervencionismo estatal el que produce ganancias.
Además, Colombia es un país con bajas tasas de ahorro en el que muchos ciudadanos aún no están bancarizados y no disfrutan de ninguno de los productos que ofrece la banca. Lamentablemente, esta intromisión del Estado reducirá aún más la bancarización y hará que muchos prefieran guardar la plata bajo el colchón, gastarla caprichosamente o sacarla del país. Y habrá quienes no quieran trabajar si no hay garantías de poder luchar por sus sueños.
Se dice que en las cuentas de ahorros de los colombianos hay cerca de 300 billones de pesos que Petro requiere con urgencia luego de que su Gobierno plantea presupuestos desbocados y desfinanciados que nadie sabe muy bien en qué se están gastando. Para 2025, el Gobierno propone un presupuesto de 523 billones a pesar de estar desfinanciado en al menos 12 billones que Petro se propone recaudar con otra reforma tributaria, como si todavía hubiera margen de maniobra para seguir despojando a los contribuyentes a pesar de que la caída en el recaudo es muestra de que ya no queda de dónde arañar más.
Y hay expertos que hablan de faltantes mayores, de entre 30 y 50 billones. Por eso, para Petro las inversiones forzosas son imperiosas, necesita nuestro dinero a como dé lugar, no importa si con ello se vuelven a subir las tasas de interés, se contrae el crecimiento y se incrementa notoriamente el pesimismo entre los colombianos, que ya en un alto porcentaje se quieren ir del país.
¡Es que no parece un plan para reactivar la economía sino todo lo contrario!