La guerra patriótica de Ucrania contra la agresión de Putin y su corte de agentes del KGB dio un inesperado vuelco el pasado 6 agosto, provocado por la incursión del Ejército ucraniano en la región rusa de Kursk. En palabras del general de división retirado Jesús Argumosa Pila "estamos ante un importante giro en la estrategia de la guerra, caracterizado, principalmente, por la recuperación de la iniciativa por parte de Ucrania, por la incursión y conquista de territorio ruso y por el resurgimiento del arte operacional".
También un éxito de propaganda que ha fortalecido la unidad interna de la población y elevado la moral. Además, supone un cambio que puede anunciar el inicio de otros de mayor envergadura, en lo que afecta a la autorización de armas de largo alcance de manera ofensiva. "La retórica está cambiando. Además, vemos que los vehículos blindados de los socios occidentales ya están en uso en el territorio ruso", afirmó Tymofiy Mylovanov, asesor de la oficina del presidente Zelenski, en declaraciones a The Kyiv Independent.
A finales de junio, y coincidente con este análisis, Associated Press informó (citando fuentes del Pentágono) que el ejército de Ucrania podría usar misiles de mayor alcance proporcionados por Estados Unidos para atacar objetivos dentro de Rusia, más allá de las líneas del frente cerca de Járkov, en defensa propia para responder al implacable bombardeo ruso.
Seguro que ustedes comparten que en asunto tan importante como una guerra, las coincidencias no existen. Miren lo que publicaba la Agencia EFE y reproducían la mayoría de los medios de comunicación (esta casa no) a los nueve días de la ofensiva ucraniana en suelo ruso: "Una nueva investigación concluye que Zelenski autorizó inicialmente el sabotaje al gaseoducto Nord Stream". Se trataba de una exclusiva publicada el 14 de agosto por The Wall Street Journal. La investigación tenía su origen "en oficiales y funcionarios ucranianos, así como funcionarios de inteligencia occidentales". Fíjense en ese "inicialmente" del titular. No es inocente. Según el WSJ el plan surgió "de una noche de borrachera" y la CIA habría advertido al presidente Zelenski (así como en plan Gila: "Sabemos lo que planeas"). Asustado, le ordenó a Valerii Zaluzhnyi -comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania- "para el carro Velerii… que se han enterado". Este desoyó la orden y voló el oleoducto. Todo muy normal y convincente.
He puesto exclusiva en cursiva y les explicó por qué. Un año antes, el seis de junio de 2023, The Washington Post llevaba en portada la misma noticia. Con alguna variante: no estaban borrachos; lo organizó todo el comandante en jefe Zaluzhnyi y el presidente Zelenski no estaba al tanto. La información del Post tenía un origen contaminado. Provenía de los documentos robados al Pentágono por el soldado Jack Teixeira, técnico informático de la Guardia Nacional de Massachussets.
En lo que sí coincidían ambos periódicos es que el presidente ucraniano quedaría en una situación desairada frente a sus aliados. Especialmente, frente al canciller alemán Scholz ¿No era este el propósito? Entre los miles de documentos difundidos en redes sociales por Jack Teixeira, alguien le señaló uno al The Washington Post: el que afectaba a la relación con Alemania. La información se publicó dos semanas después de la visita -el 14 de mayo- que primera vez Zelenski realizaba a Berlín y en la que se reafirmó "el apoyo inquebrantable a Kiev con un nuevo paquete militar por valor de 2.700 millones de euros, el mayor hasta la fecha". ¿A quién benefician estas "casualidades"?
El caso de la boxeadora argelina Iman Khelif es una muestra de la operativa de desinformación putinesca. Un buen ejemplo de cómo se utiliza el rechazo de una parte de la sociedad al discurso de la izquierda woke, para desacreditar al Comité Olímpico Internacional y a la organización de los Juegos Olímpicos. Una intoxicación urdida y difundida por medios afines y amplificada por esos "que no son conscientes de que transmiten narrativas rusas". La Asociación Internacional de Boxeo (IBA en inglés) descalificó en 2023 a dos boxeadoras que competían en el Campeonato Mundial: la argelina Imane Khelif y la taiwanesa Lin Yu-ting, doble campeona mundial. Esto sucedía después de que Khelif le diera una paliza a Azalia Amineva, una boxeadora rusa invicta hasta ese momento. La deportista argelina llevaba años compitiendo sin tener ningún problema. Las pruebas para descalificar a las dos boxeadoras, "demostrando que tenían cromosomas XY", no se hicieron públicas.
La Asociación Internacional de Boxeo está controlada por un sicario de Putin: Umar Kremlev. En 2019 el Comité Olímpico Internacional suspendió a la IBA de la organización del torneo olímpico de boxeo, por acusaciones de problemas financieros, judiciales y éticos. Traducido: corrupción. En junio de 2023, el COI voto la expulsión de la IBA del movimiento olímpico. La decisión contó con el apoyo de 69 miembros (un voto en contra y 10 abstenciones). Es la primera vez que el COI expulsaba a un organismo rector en sus 129 años de historia. Y llegamos a Paris 2024. Sin hacer ningún tipo de comprobación, sin pedir las analíticas de las deportistas a la IBA, sin informar del origen del conflicto con la boxeadora argelina, los medios de comunicación "compraron" la intoxicación de que Imane Khelif era un hombre. Putin colocó su discurso: todo es consecuencia de la "corrupción moral" del COI, de Francia, de Europa... Marañas de integristas (católicos e islamistas) y extremistas de derecha lo difundieron en las redes.
Hace unas semanas se conoció que el Ejército de Tierra español había realizado un estudio sobre el ecosistema de desinformación de Rusia en España y su funcionamiento táctico en este escenario de guerra y tensión internacional. Los analistas del Ejercito dividen el ecosistema en cuatro categorías: organismos oficiales rusos; plataformas con origen en Rusia o financiadas por el Kremlin; fuentes proxy (cámaras de comercio a fundaciones o centros de formación) y agentes de influencia. En esta última categoría -en la que han identificado 58 casos-, "incluyen a opinadores e intelectuales que no necesariamente han de ser conscientes de que transmiten narrativas rusas". Antes se les llamaba 'compañeros de viaje'. Ahora, unos se pasan de listos, otros se hacen los tontos y todos pasan por caja.