Solo los tibios consideran que el régimen político español, la democracia parlamentaria, está en peligro. No, por favor, no digan bobadas. La democracia española está casi muerta. Está agonizando. Basta ver cómo Sánchez pretende legitimar su gobierno (sic) con la dictadura criminal de Maduro para saber que esto, el régimen político español, no es otra cosa que una variante del castrimo cubano-venezolano. Mientras aguante Maduro, tiene vidilla el sanchismo. ¡Ay de ellos si cayeran las tiranías de Cuba y Venezuela! Nadie, pues, confunda causas con efectos. El sanchismo es sólo un efecto, una variante, del castrimo cubano-venezolano. Esta variante es especialmente perversa, porque ya ha conseguido maniatar a la Unión Europea para que no condene con contundencia el sangriento régimen criminal de Maduro. ¡Borrell enfrentado a Sánchez por Venezuela! Hilarante planteamiento. ¿Es Zapatero el cerebro? Sin duda. No está solo en España el ayudante de Maduro. Hay otros muchos detrás de este tipo que llegó al poder, en 2004, después del acto terrorista más grave y sangriento cometido en Europa después de la Segunda Guerra Mundial; la lista de nombres que están con Zapatero sería inmensa entre los ligados al partido del gobierno y sus aliados…, pero sólo quería mencionar la relación entre el gobierno de España y las tiranías de Cuba y Venezuela como un aleve y alevoso ejemplo para saber dónde estamos.
Esto, España, es lo menos parecido a una democracia parlamentaria que hay en toda la UE. No sé cuántas peticiones hicieron el pasado martes los del PP y VOX para que Sánchez compareciese en el Congreso, pero todas se las pasó por el forro de sus caprichos. ¿Qué es el Parlamento para Sánchez? El lugar para ratificar sus miserias… Naturalmente, la miserable y perversa casta política española, acompañada por miles de ideólogos en los medios de comunicación y en los centros educativos de todo el país, simulan que vivimos en un régimen democrático sin vínculo alguno con la dictadura de Maduro. Falso. El sanchismo es una forma chavista de utilización perversa de las instituciones democráticas para asesinar la Constitución de 1978. No nos conformemos, pues, con una obviedad de perogrullo diciendo que la democracia española está en peligro. Eso da alas a la casta política que vive del momio de nuestros impuestos. Seamos realistas y llamemos a las cosas por su nombre: esto, la España gobernada por Sánchez y su socio en Europa, Núñez Feijóo, es un simulacro malo de sistema democrático. ¿Cuándo llamará el PP a la esposa de Sánchez para que declare en el el Senado? Esperen, amigos, sentados… Sánchez es todo un precipitado final, un ungüento ridículo, un placebo sin gracia, de la muerte de la democracia en España.
Sánchez, junto a su enorme escuadrón de Zapateros, Gabilondos, rectores de Universidades, como el de la Complutense, televisiones, radios y periódicos, y todo tipo de instituciones de ese jaez moral, o sea inmoral, oficia el entierro de este rollo ridículo que llaman democracia española. La democracia en España no existe ni como figura literaria. Ojalá pudiéramos hacer metáforas con la política española. Es imposible fijarse en algo o en alguien que nos dé un poco de esperanza. Es todo absolutamente "cutre", ridículo y cursi como las declaraciones de cualquier plumilla a sueldo de Sánchez. No es menester dar teoría sobre la muerte de la democracia, sino levantar acta de otro par de asuntos que demuestran la agonía del régimen democrático. Fíjense en la llamada sociedad civil española: está totalmente desarticulada. Es plastilina para los juegos sanchistas. El sistema coercitivo impuesto por el sanchismo es de tal capacidad que parece haber eliminado por completo la apertura intelectual y moral que alguna vez tuvo la sociedad española de los ochenta y noventa. El sanchismo asusta de verdad: la gente se mira de reojo a la hora de emitir un juicio crítico sobre el personaje y su familia. Aún tiene millones de votantes y no se les cae la cara de vergüenza. No ha ganado una sola elección y gobierna con mano de hierro… Pero hay algo peor que todo eso. Una democracia parlamentaria solo puede existir, de verdad, cuando hay un Estado dentro de una Nación. La nación española para esta gentuza que nos desgobierna desapareció hace tiempo. Y el Estado sólo llega a determinados territorios para ser esquilmado… Nos quedan algunas cosas. Unos cuantos hombres dispuestos a protestar, algunos jueces partiéndose el alma por impartir Justicia y, sobre todo, un nombre: España.
El resto es mala retórica sobre la democracia en peligro.