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Sánchez en África, efecto llamada

La inmigración en España está totalmente descontrolada gracias a que el Ejecutivo es partidario de esconder el problema debajo de las alfombras.

La inmigración en España está totalmente descontrolada gracias a que el Ejecutivo es partidario de esconder el problema debajo de las alfombras.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saluda al presidente de la República Islámica de Mauritania, Mohamed Cheikh El Ghazouani, a su llegada al país. | EFE

Nuestro presidente del Gobierno, don Pedro Sánchez, es un hombre muy polifacético. No hay más que atender a su política frente a la inmigración. Ahí está el ángel que abrió las puertas de España a más de seiscientos africanos hacinados en un barco llamado Aquarius (al que Italia no dejaba atracar en sus puertos). Y lejos de internarlos en un centro de inmigrantes decidió de manera absolutamente arbitraria que aquellos inmigrantes habían llegado a España de modo perfectamente legal. Qué suerte la de esos desheredados. Su peligrosa peripecia coincidió con el principio del mandato de Sánchez, que pretendía mostrar con ellos su infinita bondad.

Esa es la cara A del líder socialista. La cara B es la del mandatario que sólo cuatro años después de aquella operación Aquarius mira para otro lado en la tragedia de la valla de Melilla, el asesinato de más de medio centenar de inmigrantes a manos de la gendarmería marroquí. El hombre tiene más caras. Está la del que pasa de las Canarias y de los menores no acompañados. O la última, la del tipo que se va de gira por Mauritania, Gambia y Senegal para prometer 250.000 puestos de trabajo, ahí es nada. El impacto de semejante clase de anuncio es lo que técnicamente se llama "efecto llamada".

Se ignora lo que espera Sánchez de su viaje y de unos países que no lamentan precisamente la fuga masiva de adolescentes y jóvenes sin ninguna formación. Seguramente lo que pretende nuestro presidente es que parezca que hace algo, ya que ni controla las fronteras ni es capaz de arbitrar la más leve medida para gestionar la crisis que azota las Canarias. La inmigración en España está totalmente descontrolada gracias en buena medida a que el Ejecutivo es partidario de esconder el problema debajo de las alfombras en vez de hacer algo para ponerle remedio.

Se podría haber ahorrado Sánchez, eso sí, la cantinela de que los inmigrantes son fundamentales para mantener el sistema de pensiones. El presidente vive en un mundo que no es este, por lo que no le importa lo más mínimo sostener la especie de que los inmigrantes son quienes pagarán nuestras pensiones. Las pensiones (a excepción de las no contributivas) se las han pagado durante sus años de trabajo los propios pensionistas. Convendría dejar esto claro porque de lo contrario se puede inducir a la gente a creer que el dinero que los jubilados cobran cada mes es caridad del Estado, solidaridad de los inmigrantes o magia potagia. No, no. Tiene que ver con lo que cotizaron durante los años de tajo. Y si las pensiones peligran no es porque los aspirantes a pensionistas no coticen sino porque nos gobiernan unos irresponsables en el sentido literal del término cuya divisa es "el que venga detrás, que arree".

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