Al final, todo es una cuestión de dinero y la crisis territorial abierta con los planes de Sánchez para entregar al separatismo catalán la llave de la caja del Estado se resolverá, en lo que al resto de autonomías se refiere, tirando de la chequera estatal.
Los presidentes autonómicos socialistas ya han mostrado su rechazo al pacto con ERC para hacer presidente de Cataluña a Illa a cambio de esquilmar al resto de España. En el caso de los populares, el cabreo es sideral porque, además de destruir el sistema de financiación común y de colarnos a todos una reforma constitucional por la puerta trasera, resulta que algunas de esas regiones llevan décadas con una financiación muy por debajo de la media nacional, sin que ningún Gobierno se haya propuesto arreglar el agravio. Tampoco el de Rajoy, que compartía partido con los presidentes de algunas de las regiones peor tratadas.
Sánchez, en cambio, sí va a arreglar el problema de financiación de autonomías como Valencia y Murcia, las más perjudicadas por el actual sistema de reparto tal y como demuestran todos los estudios, incluidas las estadísticas oficiales del Ministerio de Hacienda. Es, como decíamos al principio, una cuestión de dinero nada más. Solo hay que inventar nuevas aportaciones extraordinarias a través de un nuevo fondo de compensación para mejorar las finanzas del resto de comunidades autónomas, una alegría presupuestaria que dejaría la pelota de la batalla contra el enjuague catalán en el tejado de los presidentes reacios a tragar con la traición.
Sánchez, como hacía D. Vito Corleone en El Padrino, hará a los presidentes autonómicos una oferta que no podrán rechazar si no quieren pagar un duro peaje, porque en tal caso tendrán que explicar a sus ciudadanos que han decidido no participar en ese nuevo modelo de reparto por patriotismo. Además, esta propuesta de un nuevo modelo mejorado de financiación para todas las comunidades es el argumento perfecto para que los socialistas de las regiones peor tratadas puedan seguir defendiendo los privilegios que Sánchez concede a los separatistas. En última instancia, también sus regiones se van a beneficiar con aportaciones de fondos extraordinarios, un argumento fácil de vender a una sociedad recental como la actual española.
La clave aquí es que nadie se va a parar a pensar de dónde van a salir esos miles de millones adicionales que el Gobierno va a repartir (ya lo está anunciando Marisú Montero con su discreción proverbial) en un nuevo café para todos que, en realidad, será achicoria desleída para los que no van a tener jamás un cupo como el que disfrutarán todas las regiones separatistas.