Haría bien el PP en no dejarse seducir por los cantos de sirena nacionalistas. Que ERC deslice que Junts, el partido del prófugo Puigdemont, podría alcanzar un pacto antisanchista con el PP responde a la batalla entre republicanos y posconvergentes por el liderazgo en el campo separatista. Es cierto que Junts se opone a la ley sobre contratos de temporada y el alquiler de habitaciones y también que ya votó en contra del Gobierno el pasado julio en relación a la senda de déficit, pero eso no significa que mantenga la puerta abierta a un entendimiento con el PP. Nada más lejos de la realidad. En lo de destruir España, Puigdemont está perfectamente alineado con Sánchez.
Ni el golpista prófugo ni los nacionalistas vascos del PNV van a dejar caer a Pedro Sánchez. Lo ha confirmado el lendakari Pradales tras su encuentro con el presidente del Gobierno en el marco de los encuentros bilaterales con los presidentes autonómicos. El dirigente vasco ha prometido vasallaje a Sánchez. Y estabilidad. El PNV puede votar a favor de reconocer al presidente electo de Venezuela pero por nada del mundo pondrá en riesgo la legislatura sanchista.
Puede que haya dirigentes del PP y del PNV que compartan sastre, pero el odio a España es el aglutinante entre los nacionalistas vascos y el PSOE y eso resulta mucho más fuerte que cualquier conexión ideológica entre formaciones de espíritu conservador. Los unicornios no existen, no hay un PSOE bueno y tampoco hay separatistas con sentido de Estado. Todo eso son entelequias, fantasmas, suposiciones erróneas y generalmente malintencionadas. Socialistas y nacionalistas vascos y catalanes han suscrito un pacto de hierro, se necesitan, forman una simbiosis perfecta. Los que extienden la especie de que tarde o temprano el PP necesitará al PNV y a Junts para tumbar al PSOE de Sánchez mienten. Y lo hacen a conciencia. Para dificultar que el PP plante cara a unos nacionalismos que han desterrado la presencia de España en el País Vasco y en Cataluña, que vulneran los derechos lingüísticos de gran parte de la población y que discriminan a los ciudadanos en función de su origen.
El PNV y Junts jamás apoyarán al PP y si lo hacen será porque conviene a su estrategia de destrucción de España e imposición de sus falsas naciones. El odio a España les puede y han encontrado en Sánchez el perfecto impulsor de la destrucción nacional. Un par de legislaturas más como mucho y habrá culminado la desespañolización de Cataluña y del País Vasco. Por eso es tan urgente que el PP deje de especular con la reacciones de Puigdemont, con los intereses del PNV y con los consejos de elementos de la patronal y se centre en una lucha política, ideológica, cultural y moral contra el PSOE y contra sus aliados, por mucho que coincidan puntualmente en votaciones con el PNV o incluso con los golpistas declarados de Junts.

