Las primeras reuniones del presidente del Gobierno con los jefes de los ejecutivos regionales tuvieron lugar esta pasada semana, con la presencia en La Moncloa de los presidentes de Galicia y Andalucía, Alfonso Rueda y Juanma Moreno. La noticia es que ninguno de los dos aceptó el chantaje de Sánchez para intercambiar un eventual apoyo al concierto económico de Cataluña por mejoras sensibles en la financiación de esas dos regiones, que no son precisamente las que salen mejor paradas con el sistema actual.
Desde que alcanzó un acuerdo con ERC para mantener su apoyo en el parlamento a cambio de sacar a Cataluña del régimen común, la estrategia de Sánchez se ha basado fundamentalmente en resquebrajar la oposición del resto de regiones ofreciendo más dinero a aquellas que estén dispuestas a mercadear con un asunto que toca de lleno los intereses de la Nación. Los dos primeros presidentes que han concurrido a esa ronda de reuniones bilaterales, sin embargo, han rechazado la oferta. Y lo previsible es que el resto de mandatarios autonómicos haga lo propio cuando se presenten en La Moncloa.
Rueda y Moreno plantearon, en ejercicio de su responsabilidad como presidentes de Galicia y Andalucía, un conjunto de reivindicaciones de carácter económico y territorial que afectan directamente a los ciudadanos de esas regiones. En cuanto a las mejoras de financiación ofrecidas por Sánchez de forma genérica, ambos rechazaron la oferta tramposa y remitieron el asunto a la Conferencia de Presidentes Autonómicos y el Consejo de Política Fiscal y Financiera, los órganos donde se tienen que negociar estos asuntos. Desde el punto de vista del interés nacional, es obligado reconocer que la actitud de los presidentes gallego y andaluz ha sido impecable.
La mala fe de Sánchez a la hora de gestionar sus enjuagues con el separatismo catalán se pone de manifiesto cuando pretende hurtar al debate conjunto de las autonomías un asunto trascendental como es el sistema de financiación, estableciendo negociaciones bilaterales para que algún presidente se avenga a blanquear sus acuerdos con ERC. En cambio, Sánchez se niega a que sea la Conferencia de Presidentes, un órgano que debería reunirse dos veces al año y ya lleva tres sin celebrarse, la que decida sobre la financiación común, por lo que en la próxima convocatoria, forzada por las comunidades autónomas, este asunto trascendental podría quedar fuera del orden del día.
El presidente del Gobierno va a seguir tratando de colar su acuerdo con los separatistas catalanes en las trece reuniones que le restan por celebrar. No parece que vaya a tener éxito en su iniciativa, puesto que ni siquiera las regiones socialistas se muestran dispuestas a validar esta traición al conjunto de los españoles.
Galicia y Andalucía han abierto el camino del rechazo a la operación del sanchismo que pretende destruir el ya precario equilibrio territorial de nuestro país, a causa de un sistema de financiación que tiene que reformarse, pero en sentido contrario al que pretende este gobierno traidor.